Opinión

El capital pide paso

Algunos no hemos dejado de preguntarnos al compás de esta aventura insensata del independentismo catalanista, bajo qué mesa camilla estaba escondido el gran capital, ese que en Cataluña representa palabras mayores. El gran capital es, para que nos vayamos entendiendo, la banca, el empresariado más fuerte, las grandes familias, las instituciones gremiales y profesionales, los poderes financieros, los inversores especialmente del exterior, el dinero… La pura y dura burguesía ilustrada, raras veces aristócrata pero en general podrida de millones que, ante el pasmo y asombro de espectadores fuera de este reducto de juego, han permanecido en silencio, se han tragado a la CUP sin anestesia, han aceptado el plan suicida de la pandilla de irresponsables, y parecía dispuesto a claudicar sin siquiera abrir la boca. Sin embargo, en los minutos de descuento, y tras asistir sin rechistar a la vergonzosa caricatura de referéndum, ha terminado poniendo los ojos en el luminoso del IBEX 35 y preguntándose como es posible, ay Dios, que hayamos llegado a esto. Primero ha sido el Sabadell tras contemplar con gesto crispado cómo se les agujereaba el fondo del cesto y cómo sufría pérdidas millonarias y la amenaza en la sombra de una retirada masiva de depósitos si se produce el lunes la anunciada declaración unilateral de independencia. Los clientes de un banco de la proyección del Sabadell saben también que su banco es menos banco si no se protege bajo el paraguas de las instituciones financieras europeas. Por tanto, ha puesto en marcha su operativo de desconexión propio y en cuestión de horas se ha trasladado a Alicante. Le sigue la Caixa  que se marcha a Palma, y a estas horas, Gas Natural que se vuelve a Madrid y le pincha ese ridículo globo dialéctico que ha tratado de esgrimir Junqueras para el que estas primeras fugas no tenían en realidad trascendencia. El vicepresidente y responsable económico del Ejecutivo autonómico argumenta para ello que los que se han ido no se han avecindado en Madrid sino en demarcaciones que según él pertenecen a los Països Catalans, una zona geopolítica inexistente y que en perfecta utopía deberían formar junto a Cataluña, la comunidad de Valencia e  islas Baleares. Y a mayores, parte de la franja este de Aragón,  el Valle de Arán y algún territorio francés como el Rosellón. A la imbecilidad manifiesta de Junqueras, al que lo único que le preocupa es que esta huida a la que pueden sumarse en cuestión de horas firmas emblemáticas de la empresa catalana como Codorniu y Freixenet, no se produzca hacia Madrid, hay que añadir otras muchas subsiguientes, pero cada vez con menos fuelle. La respuesta del capital catalán ha sido definitivo. La pela es la pela y más en estos momentos.

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