Opinión

El perdón y el CIS

Ayer fue el día del perdón y del pasmo. Pidió "perdón a la sociedad" Rodrigo Rato antes de entrar en la trena por fundir la tarjeta 'black' de Bankia sin contemplaciones. Asumió los errores –aún le quedan asuntos con la Justicia por resolver– y sus palabras sorprenden porque hasta ahora siempre había mostrado una actitud altiva. Fue alabado como ministro de Economía de José María Aznar, al que estuvo a un tris de suceder al frente del PP, dirigió el Fondo Monetario Internacional con sombras, presidió Bankia y ahora es el preso Rodrigo Rato en la cárcel de Soto del Real. 

También pidió "disculpas", que es parecido a pedir perdón, el presidente del Tribunal Supremo por la "mala gestión" de la sentencia de las hipotecas. Aunque Carlos Lesmes afirmó que no ha recibido presiones de los bancos para no tener que asumir el impuesto de actos jurídicos documentados en vez de cargárselo a los clientes, como dice el fallo, la duda sobre la llamada con las advertencias será difícil de despejar y sobre el paganini no se resolverá hasta el próximo 5 de noviembre. Mientras se han paralizado hipotecas por la incertidumbre, Carlos Lesmes y Díez Picazo, presidente de la sala que dictó el acto y mandó la sentencia al VAR, siguen a lo suyo. La desconfianza en las instituciones es tan comprensible como preocupante. Si alguien desconfiaba antes de las encuestas del CIS, ahora la certeza de que se trata de alta cocina con rosas y espinas es tan absoluta como los sondeos que intenta colar a favor de Pedro Sánchez. Quizá nos hayamos perdido algún capítulo y resulta que la dimisión de dos ministros, los aprietos por la relación del excomisario Villarejo con la ministra Delgado, las dudas –exageradas– sobre el plagio de la tesis del presidente Sánchez o el papel de Pablo Iglesias en la negociación de los presupuestos suman votos en vez de restarlos. Incluso el sondeo podría colar si no se presentasen los datos por territorios, pero la encuesta realizada en octubre recoge que "el 25,5 % de los gallegos apoyaría al PSOE en unas elecciones generales, frente al 19,4 por ciento que lo haría al PP, según la contestación espontánea a la pregunta de a qué partido votaría si mañana se celebrasen las elecciones". Cuando se confunde deseo con realidad se corre el riesgo de hacer el ridículo. Aunque siempre queda el comodín de pedir perdón. 

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