OURENSE NO TEMPO

El Fígaro ourensano

figaro
photo_camera Ramón Gutiérrez Parada.

En nuestra Auria al menos, casi ha llegado a ser premisa para ejercer con la navaja el saber como mínimo dar uso a la guitarra, y a ser posible tener buena voz.

De todos es bien conocida la relación entre el oficio de barbero y la música. No es cosa de ficción como puede parecer al recordar aquel Fígaro, barbero en Sevilla protagonista de obras de teatro y óperas. En nuestra Auria al menos, casi ha llegado a ser premisa para ejercer con la navaja el saber como mínimo dar uso a la guitarra, y a ser posible tener buena voz.

El añorado Luis Rivas Villanueva en su "Opúsculo para barbeiros e perruqueiros", dejo constancia de una larga lista de músicos- barberos, comenzando por los Casasnovas (Modesto, Rufino), de méritos reconocidos ejerciendo de profesores particulares para los alumnos de Magisterio, pasando por varios miembros de la banda municipal, como David, oficial de la peluquería del hotel Roma, que tocaba el bombo, o el Sr. Manuel de la peluquería León que tocaba el trombón, sin olvidar a Os Cheros dos hermanos del Couto o José Cid “el Noces”, maestros con la guitarra y casi cualquier instrumento de cuerda. Para el final, y de manera intencionada, he dejado a don Ramón Gutiérrez Parada, nuestro protagonista hoy.

Jamás me atreveré a evaluar si era mejor o peor que los demás en su faceta musical, esos temas son para los entendidos, yo de lo que puedo dar constancia es de sus meritos y múltiples habilidades que le hicieron famoso en sus tiempos.

Nacido en Ourense (La Rabaza), en septiembre de 1874, el primer dato que encuentro sobre él me dice que inauguro su barbería en 1896; se casa dos años después con Amalia Fernández en la iglesia de Santa Eufemia. A pesar de que no tengo constatación, sus conocimientos musicales debían estar avalados por títulos, motivo que le permitió acceder a puestos como el de director del Orfeón Unión Orensana, cargo que ostentaba en 1910. En ese año salió a concurso la plaza de director de la Banda Municipal de Ourense, a la que se presentó teniendo de oponentes a músicos de renombre como Joaquín Rubianes (que llevaba 20 años como director de la Banda de Vilagarcía), Ángel Julián Rubio (director de la Banda de Ribadeo), o como el maestro Ricardo Courtier, que fue quien obtuvo la plaza.

Entre 1915 y 1918 consta que ejercía de profesor de música en la Escuela Normal de Maestros, cargo que compaginaba con el trabajo en su barbería-peluquería, la Nueva Luz, en la calle de Santo Domingo.

Su espíritu inquieto, y seguramente la necesidad (en aquellos tiempos no existían la ingente cantidad de productos especializados para el cabello), le empujaron a elaborar su propia formula de champú, “Champú La Gloria”, y un fortalecedor de cabello “Roine”, que bien podría haber sido el antecedente del conocido "Abrótano Macho". La calidad de sus productos era tal que no se limitaba a utilizarlos y distribuirlos en su barbería, sino que la droguería Román (junto con Aperribay-Yebra-Pimentel las más conocidas de la ciudad), continuamente le encargaba unidades para su distribución.

Volviendo al tema musical, al Ramón maestro y guitarrista se le unía el Ramón compositor. Se conocen de su autoría las piezas: "Flores de España" (pasodoble, 1913) y "Viva Aragón" (jota, 1924), que en su día se presentaron al concurso que la editorial italiana Il Pietro (Milán), convocaba. Las dos fueron elegidas para ser publicadas, y "Viva Aragón" recibió además la Medalla de Bronce del Concurso. Igualmente tuvo relación con diversas formaciones corales y de banda, siendo miembro honorario de la Real Asociación de Escritores Gallegos Laureados.

Para conocer mejor al personaje, me cuentan sus nietos dos anécdotas dignas de contar. Una define su pasión por la música y sobre todo por su guitarra: “En aquella época su guitarra era de cuerdas de tripa, las casas no estaban acondicionadas, climáticamente hablando, y mi abuelo la metía en la cama para que no se destemplaran las cuerdas y no se desafinara. Dormía en medio de la cama: a un lado su mujer, Amalia, y al otro lado su guitarra”. 

Y la otra muestra su convencimiento de la necesidad de la música: “Tan apasionado era, que me contaba mi padre que enseñó a cada uno de mis tíos y tías a tocar un instrumento distinto. A mi padre, que era su hijo más pequeño, le tocó aprender la mandolina. Y tenía tantos hijos que montó una orquesta en su casa, y les pagaba cuando los reunía para interpretar música que él mismo componía. Lástima que ninguno de ellos continuase con la pasión de su padre y solo tocasen para obtener la prebenda que mi abuelo les otorgaba cuando los reunía.”

Falleció en su casa de la calle de Santo Domingo en febrero del 1945 a los 71 años.

Mi agradecimiento a los nietos de don Ramón, Paulino Izquierdo y Ramón Gutiérrez, por aportarme fotos y datos imprescindibles para descubrir a este gran ourensano del ayer.

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