OURENSE NO TEMPO

Fotos prohibidas y nunca hechas

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photo_camera Fotografía de origen “desconocido” de una placa de cristal que el profesor Monxardin recuperó en el vaciado de un estudio fotográfico.

Desde luego jamás a nadie se le ocurrió hacer fotografías que pudieran interpretarse como pornográficas, “eso eran cosas de los extranjeros”

En ocasiones muchas de nuestras acciones las realizamos sin tener en cuenta las posibles consecuencias; en otras el ambiente en el que vivimos no nos deja pensar que hay situaciones que no son eternas. Se me ocurren estas frases al hilo de varias fotografías que a lo largo de estos casi diez años recopilando imágenes han caído en mis manos. Los somatenes haciendo instrucción y ejercicios de tiro en el campo de Aragón o en el Campo Loña; fervientes republicanos posando con la bandera tricolor; personajes de diversas ideologías posando con sus jefes de filas, o como en el caso de la fotografía de hoy: la directiva de una agrupación política con la madrina y bandera en los locales sociales. De otra índole son las fotografías de carácter erótico festivo que “jamás se han hecho” en nuestra ciudad.

En diversos trabajos y artículos sobre nuestros excelentes fotógrafos he podido leer la misma anécdota que no sé bien a quien aplicar, o quizás sea que todos son “culpables” de "no" haber hecho estas fotografías. 

20170915180053661_resultLa anécdota en cuestión habla de periodos complicados de nuestra historia, como fueron el final de la dictadura de Primo de Rivera con la instauración de la República, o el traumático momento en que, terminada la Guerra Civil, la dictadura franquista comienza a gobernar. Los fotógrafos locales en diferentes ocasiones y circunstancias fueron reclamados para que facilitaran a las nuevas autoridades fotografías que permitieran identificar simpatías o ideología política de los ciudadanos, con la supuesta intención de hacer una “depuración”. En ese trance me consta que se encontraron los Pacheco, José y Augusto, quienes se “entretenían” en el 36 rompiendo y tirando placas de cristal a un agujero hecho al efecto en la trasera del estudio de la calle Alejandro Outeiriño. He leído que lo vivió don Leopoldo Iglesias (Foto Villar) quien tampoco sabía nada de fotografías de ese estilo, y seguramente don Ernesto Schreck Schültz también paso por ese desagradable momento en el que tuvo que explicar la no existencia de esas imágenes comprometidas. En el caso de Ernesto Schreck quizás fuera más violento por la frecuencia, ya que, dados sus conocimientos del idioma alemán, a diario era requerido para traducir los partes de guerra emitidos por la radio del Reich y el panfleto de cierre de la emisión “Stunder Nation” (La hora de la nación). 

En lo que coinciden los narradores que cuentan la anécdota, es que la respuesta de los fotógrafos siempre fue la misma: “Esas fotos no existen ni han existido, al menos que yo sepa”. Dicho así, seguramente parece algo nimio y sencillo; el problema es que el interlocutor no creo que hiciera las demandas de manera amable y tranquila, sino que en más de una ocasión nuestros fotógrafos habrán pasado autentico pánico.

Esa inexistencia de fotografía y, como es lógico, de negativos, a nadie se le oculta que probablemente haya contribuido a salvar más de una vida, o al menos evitaran un periodo de reclusión. Hoy, pasado el tiempo, aunque no son muchas, ya que por el riesgo que suponían la inmensa mayoría se han destruido, algunas de estas imágenes que “jamás han existido” comienzan a surgir de viejos álbumes olvidados. Además de la que os muestro de Unión Patriótica 1930, existen varias del Partido Republicano Radical, del Socialista, Comité Republicano Agrario, conozco varias de entrenamientos del Somatén en el Campo Loña, etc., etc. 

Otro tipo de imágenes que jamás se hicieron fueron las de carácter erótico, y desde luego jamás a nadie se le ocurrió hacer fotografías que pudieran interpretarse como pornográficas, “eso eran cosas de los extranjeros”. Al hilo de este tema, algunos de mis amigos de cierta edad creen recordar que algún día escucharon cosas como éstas, pero ellos jamás vieron nada.

Dicen que en “otros” tiempos, a los cafés cantantes acudían figuras de la canción de reconocido prestigio para los días señalados, pero de manera habitual se recurría a chicas que comenzaban su carrera, y otras con ella más que hecha, pero que sus habilidades no eran todo lo buenas que se esperaba.

Sobre todo entre estas últimas es de las que las malas lenguas murmuraban. Solían llegar los jueves a la ciudad, solas (¡hum!), o en compañía de una “tía” (estas eran las más interesantes). O bien con su madre, lo que las dejaba ya libres de toda murmuración. Éstas eran las chicas jóvenes que aún tenían futuro en el escenario.

A los otros dos tipos de artistas, se les ofrecía con la mayor discreción posible la opción de posar para la cámara ligeritas de ropa. A cambio, si el salario del fin de semana ascendía a siete pesetas (comienzos del s. XX), el fotógrafo lo duplicaría con el compromiso tácito de no distribuir las copias mientras la artista se encontrara en la ciudad (por cierto, se dice que se vendían a la no despreciable suma de: “a peseta”), Como es lógico no consta que ninguna aceptara tal petición.

Otro día os contaré, si me autoriza, unas anécdotas del gran Belay, cuando hacia las fotografías oficiales a las vedettes de la Bilbaína, pero eso será otra historia.

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