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Galicia, una burguesía sin poder político

Gómez Franqueira y Feijóo, en las instalaciones de Coren en San Cibrao.
photo_camera Gómez Franqueira y Feijóo, en las instalaciones de Coren en San Cibrao.

El independentismo parece que cogió en horas bajas a la burguesía catalana con intereses en toda España e incluso fuera. En Galicia, más que estar en horas bajas, la burguesía no se ocupó de hacer país. 

El profesor Antón Costas plantea en La Vanguardia un interesante debate sobre lo que denomina el desarme político de las burguesías regionales españolas, empezando por la catalana, para mayor gloria de Madrid. Entre esas burguesías decadentes incluye la de Galicia, donde los antiguos patronos –los “capitanes de industria” en la jerga del historiador Jaume Vicens Vives– también fueron sustituidos por directivos profesionales, fruto de un cambio sociológico que debilitó su influencia política.

Costas también cree que Aznar probablemente buscó neutralizar el poder político de las autonomías históricas con la debilitación del poder político de sus burguesías. En su mirada al futuro, este catedrático gallego afincado en Barcelona advierte de que rearmar la influencia política de las élites empresariales y financieras regionales conviene tanto a la política autonómica como a la de España en su conjunto.

¿Es cierto lo que dice Antón Costas aplicado a Galicia? En general puede que sí, pero su diagnóstico se queda corto en algunas cosas –en la dimensión, por ejemplo– y se pasa en otras, ya que en Galicia –a diferencia de Cataluña– la burguesía nunca actuó unida ni, menos aún, abanderó un proyecto político de país. Peor aún, en el momento –histórico– en que fue posible recuperar la galleguidad de Fenosa, ahora diluida en Naturgy, empresarios y financieros gallegos se pelearon entre sí. Para mayor gloria de los catalanes, por cierto.

¿Por qué se queda corto en la dimensión de la burguesía gallega? Porque cuando en Cataluña entró en crisis su burguesía, aquí no sucedía lo mismo y A Coruña se convertía en la ciudad española con más milmillonarios, que se dice pronto. Pero esa inmensa riqueza no se tradujo en nada, en clave de país, a pesar de que en aquellos años Galicia contaba con el poderío de Inditex, Caixa Galicia, Caixanova, Fadesa, San José, Banco Pastor, Pescanova, Coren, Gadisa, Copasa, Subel, Finsa y algunas otras. Hoy, por el contrario, Galicia ya no tiene su poderío tan diversificado, por mucho que Inditex sea ahora más grande o que emerjan firmas como Abanca, Coren, Estrella Galicia, Vego o Megasa. No suele mencionarse a Citroën en este tipo de listas porque si bien es importante para el empleo industrial en Galicia, su cabeza política no está en Vigo, sino en París.

¿Y por qué se pasa Antón Costas, dicho sin ninguna mala intención? Porque colocar Galicia al nivel de Cataluña no era ninguna boutade económica hasta que llegó la crisis; al contrario, Galicia dejaba atrás a Cataluña en algunas facetas empresariales, pero ni entonces ni ahora puede hablarse en Galicia de una burguesía cohesionada en clave gallega.

Por contradictorio que parezca, Galicia tuvo la oportunidad de articular su poder político en torno a un conjunto de empresas importantes, lo cual le hubiese dado poder en España, pero no lo hizo, y ahora tiene menos poder político y menos poder económico y financiero. ¿Quiere decir que eso es ya irreversible? En absoluto. Bastaría un puñetazo en la mesa de Amancio Ortega para cuadrar a más de uno, pero falta voluntad. La burguesía gallega no es antiautonomista ni, por supuesto, antigallega pero no asume la lógica del poder como hace Cataluña. En Galicia cada uno va a lo suyo –y a muchos no les va nada mal así– y el país es más bien un paisiño. Es lo que hay. Otros, como Extremadura, tienen menos...

@J_L_Gomez

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