Opinión

La GAP (Gran Asignatura Pendiente)

Siempre pensé que su pésima comunicación, corregida y aumentada por su entorno palmero, fue uno de los factores que precipitaron la definitiva caída de Mariano Rajoy, que además arrastró a su partido, el PP, el más nutrido y cohesionado de España, al menos hasta ahora. Despreciar los mensajes que lanzas a la sociedad equivale a despreciar a la sociedad, o eso es, me parece, lo que la ciudadanía piensa. Evitar el contacto directo con "eso" que se llama "gente" -que no son solo los militantes que te aplauden- es el mayor error que puede cometer un político.

Creo que, en este terreno, Pedro Sánchez está a punto de repetir las equivocaciones de su predecesor en La Moncloa: la comunicación, que es tema más difícil de lo que algunos piensan, sigue siendo la GAP (Gran Asignatura Pendiente), por mucho que los gobernantes contraten a "gurus" de la imagen -como es el caso de lo que ha hecho Sánchez-, ayunos de ideologías y de entusiasmos, pero técnicos en lo suyo, es decir, en el análisis de los sondeos, en la emisión de eslóganes y en el manejo de los tiempos políticos.

Puede que haya sido un acierto de Sánchez -inducido por su asesor jefe- el haber dosificado, nombra a nombre, verso a verso, los nombres de los ministros, hasta la sorpresa final, que fue la traca del nuevo e insospechado ministro de Cultura, que ha sido como una travesura que el presidente se ha permitido tras formar un Ejecutivo sólido al que lo único que le falta es un portavoz que se dedique solamente a ser portavoz . Y quizá, también, alguien que articule los trabajos de los distintos ministerios, pero, como no habrá tiempo para alumbrar mucha legislación, dejemos la tarea principal para la política de gestos, que son una parte sustancial de la política; ya habrá ocasión -o no- para mayores profundidades en la tarea de gobernar.

Personalmente, no puedo, como periodista que quiere preciarse de independiente, sino alegrarme del fin de la "era de incomunicación Rajoy". No conozco a l@s nuev@s, pero si lamenté conocer a quienes se han marchado y ejercieron en este terreno. He conocido y tratado a los responsables de la cuestión en los diferentes gobiernos con todos los presidentes democráticos y ha habido muchas luces y algunas, abultadas, sombras, empeñadas estas últimas en hacer la cusqui a tertulianos, columnistas, plumillas y microfonistas que no convenían a la Verdad Revelada. Creo que, peor que con Rajoy, quien ha tenido una trayectoria por lo demás encomiable en otros muchos terrenos, nunca.

Ahora, he visto que Sánchez se ha estrenado con una comparecencia sin preguntas y que ha desdeñado aparecer ante los medios tras su primer Consejo de Ministros. Espero que rectifique y que no caiga en la "maldición rajoniana", considerando que todo periodista, por el mero hecho de serlo, y hasta tanto no acepte ser secretario de Estado de Comunicación, pongamos por caso, es una raza a extirpar de la faz de la tierra. Los periodistas, con todos nuestros defectos y carencias -que de ellos estamos bien surtidos la mayoría de nosotros: somos humanos- desempeñamos un papel esencial en la sociedad, de la que somos intermediarios con el poder. La función de crítica es esencial cuando "ellos" lo que buscan siempre es la lisonja: los de este lado de la comunicación de ninguna manera podemos olvidarlo.

Y, si le digo a usted la verdad, yo sigo sin enterarme en profundidad de qué es lo que piensa hacer el señor Sánchez con las toneladas de poder que, pese a su minoría parlamentaria, le han caído encima. Me gustaría que, al menos, nos permitiese preguntárselo, más allá de los tópicos y lugares comunes con los que este viernes nos regalaron tras el primer Consejo. Quo vadis, Petrus?

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