OBITUARIO

Dos hombres buenos y sacerdotes ejemplares

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photo_camera El sacerdote Pedro Gómez.

A Pedro Gómez Antón ya le echábamos de menos en estas páginas a las que acudía siempre con su estilo y aportando sensatez y buen tino

Lejos, muy lejos en la distancia, pero muy cerca en el corazón recibo la esperada noticia de parte de nuestro director Sechu Pastoriza en día tan señalado como es el 24 de diciembre; y driblando el calor de la Pampa en estos días, déjenme que les haga llegar mi sentimiento ante el fallecimiento de dos sacerdotes ejemplares: Amador Vázquez Pérez (Sixtin, 19.02.1932) y Pedro Gómez Antón (Ourense, 31.01.1933).

Amador nació y murió en la zona de Castro Caldelas, donde desarrolló una labor de sacerdote rural, muy encomiable como confesor de sacerdotes y fieles y totalmente encarnado en sus parroquias, a las que atendió hasta que sus fuerzas y salud le faltaron. Su querida parroquia de Boazo, a la que sirvió cerca de 60 años, era todo para él. Fue símbolo y ejemplo del verdadero cura de pueblo en todo. Su timidez, su espiritualidad y su sencillez delicada y única, le granjearon el cariño y el afecto de cuantos tuvimos la dicha de conocerle. Que por cierto ni con "amenazas" conseguí que me tratase de tú. Era único. Y se nos va de este mundo un sacerdote más de aquel numeroso y glorioso curso ordenado del 20 de diciembre de 1958.

A Pedro Gómez Antón ya le echábamos de menos en estas páginas a las que acudía siempre con su estilo y aportando sensatez y buen tino. Porque eso era el bueno de Pedro Gómez Antón, siempre cercano, discreto, humilde y sencillo y, sobre todo sin lucir la muy basta cultura que poseía. Era amante de la lectura, de la noticia y apasionado por el estilo periodístico con el que hizo numerosas publicaciones.

Se licenció en Teología por Comillas y en Ciencias de la Información por la Complutense, compaginando su pasión por los medios con la labor pastoral en su parroquia de nacimiento, Santa Eufemia del Centro, Valongo, Castro de Beiro y finalmente en As Lagoas.

Introducido en el mundo de la cultura y en la sociedad ourensana fue nombrado primer director de Radio Popular en Ourense, en una época nada fácil y jugándose el tipo él y su estrecho colaborador Pepe Platero, quienes ofrecían programas de contenidos serios.

Logró formar en la emisora fundada en la calle Bedoya un compenetrado equipo de amigos que disfrutaban y sabían hacer radio y conectar con los problemas   ourensanos. Su cese en la emisora fue más que discutible y tal vez la historia algún día revele cosas saliendo Pedro muy bien parado.

Eso creo. Pasó más tarde por la Voz del Miño y por la Ser (Radio Ourense) con cargos de responsabilidad en ambas emisoras.

Se dedicó después a su entrañable parroquia de Castro de Beiro desde la que, en panorámica inigualable, veía a distancia a su Ourense querido. Pasó luego a As Lagoas donde los años y los achaques le fueron desgastando hasta llevarle a un retiro forzoso.
Pero supo compaginar su labor sacerdotal con su presencia puntual en estas páginas en las que nos fue obsequiando con su vasta cultura, lo que agradecemos. Pierde tanto el periodismo ourensano como la misma ciudad a un hombre entrañable, querido y cercano a quien, sin duda, Dios habrá premiado sus desvelos y buen hacer.

Y pierde la diócesis en este día a dos sacerdotes ejemplares, entrañables amigos y personas muy queridas. Tanto Amador como Pedro lo eran y por eso nuestro sentimiento en la certeza de que el Cielo les habrá reservado un lugar de privilegio para dos estilos diferentes: el rural y el de ciudad, pero con un mismo sentimiento que sin duda fue el servicio a ambos sectores.

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