Opinión

Hoy la mujer no es noticia

Hoy no apareció en ningún telediario la muerte de una mujer a manos de su ex pareja, y sus hijos menores no tuvieron que presenciar su apuñalamiento en la cocina de casa. Hoy tampoco fue violada una chica en un portal oscuro por un grupo de jóvenes machos, que salieron de farra, alegres y joviales, y se encontraron a aquélla, con hablar balbuceante y ligera de ropa -¡vente, anda, seguro que te gusta!, tú déjate hacer, en el fondo lo estás deseando-, y la violaron por todo recoveco posible sin que ella, qué gracia, no articulase claramente esa sílaba que se ha de oír bien alto y claro: NO. Y como no dijo “no”, estaba diciendo implícitamente “sí”, sí a todo, a que la besuqueen, la manoseen y penetren al unísono, a que graben el acto lúdico y a que al final la dejen allí tirada, desorientada (¿qué ha pasado?), tumbada en el suelo con sus ropas hechas jirones y el cuerpo yerto, inane. 

Hoy no es noticia de cabecera la aparición del cadáver de esa chica que había desaparecido hace unos días después de que hubiese salido a correr por una pista forestal -temerariamente, dicho sea de paso-, tentando al diablo, sola, con mallas y camiseta ceñida -a quién se le ocurre-, que parece que en lugar de hacer un poco de ejercicio lo que quiere realmente es provocar al personal, y es que ya se sabe que por lugares poco poblados es mejor que ellas no vayan solas. Por si acaso. Luego pasa lo que pasa, no digas que no te lo advertí. Hoy por fin empieza a imperar el orden en este país y a llamarse a las cosas por su nombre, ya está bien de tanto relato interesado y falso de esas mujeres que solo van a lo que van cuando denuncian una situación de maltrato en el hogar. 

Hoy las mujeres no aguantan ni el más mínimo insulto o reproche en casa, qué barbaridad. Y es que las mujeres de hoy no son como las de antes; alguna habrá que diga la verdad, vale, pero no me digan que no hay mucha aprovechada que sólo quiere chupar de los recursos públicos y vivir de la sopa boba. Pues eso se ha acabado. Basta ya esa falacia llamada violencia de género. Basta. 

Por todo lo anterior, concluiremos que sobra la legislación que hasta ahora daba especial protección a la mujer maltratada, vejada, agredida, humillada en el seno de su propio hogar, convertido en una cárcel; sobran también esas normas supremacistas  porque ya ninguna chica va a ser violada en un callejón oscuro la noche en que decida volver sola a casa y se tope con uno o varios jóvenes con ganas de sacar su chorra a pasear; y si eso ocurre, qué quieren que les diga, ella sabía de sobra que lo mejor es que te acompañen hasta el portal. Y si  no, quédate en casa, mona, y entonces no tendrás ningún disgusto. Y si sales, hazlo con ropa recatada, hija, que parece que vas buscando guerra. Ya no es necesario tampoco que inculquemos a nuestros hijos desde pequeños que aún hay un largo trecho que andar hasta alcanzar la efectiva igualdad de sexos en todos los campos de la vida. ¡Qué va!, lo que ocurre es que ellas hoy en día lo quieren todo, absolutamente todo: ser madres y poder trabajar también fuera de casa (como si eso fuese posible), salir por la noche y que ningún baboso te meta mano en la disco (a ver quién provoca a quién), ir a correr sola por un camino de tierra y no tener que mirar atrás y a los lados cada dos por tres (pues apúntate a un gimnasio, loca, y corre en la cinta), denunciar un maltrato y que cueste ser creída porque las lesiones del alma son invisibles (qué ventajas querrás obtener con esa denuncia, si sólo fue una hostia aislada). Y querer todo eso a la vez es imposible. 

La mujer es como es, la naturaleza es sabia, así que  no le demos más vueltas y acabemos con esta dictadura de las feministas radicales, como propugnan columnistas de empaque y partidos que vienen a regenerar la moral de este país. Y si mañana aparece una mujer muerta en una casa o una chica demasiado maquillada violada en un portal por una manada callejera, a saber lo que habrán hecho ellas. Estaban avisadas.

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