ENTREVISTA

José Carlos Fernández Otero: "Temiño fue un obispo coherente y el tiempo le va dando la razón"

photo_camera José Carlos Fernández Otero fue secretario del obispo Temiño

El colaborador de La Región presenta hoy a las 20,15 horas en el centro cultural Marcos Valcárcel un libro sobre el obispo Temiño, que estuvo al frente de la diócesis de Ourense desde 1952 a 1987.

El colaborador de La Región, José Carlos Fernández Otero presenta hoy a las 20,15 horas en el centro cultural Marcos Valcárcel un libro sobre el obispo Temiño, que estuvo al frente de la diócesis de Ourense desde 1952 a 1987. Esta publicación llega precisamente tras cumplirse los 25 años del fallecimiento del prelado.

¿Es una biografía?
Más bien son retazos de la vida del obispo, con el que conviví veinte años largos como secretario, morando a su lado en los momentos difíciles y alegres.

Fue un pontificado muy largo.
Bastante, como para imprimir en la diócesis un sello que permanecerá mucho más. A Ourense dedicó todo cuanto tenía: sus facultades intelectuales e incluso su patrimonio. Nada se llevó de aquí aún cuando a Ourense lo llevó en el corazón hasta el último suspiro. Sus obras ahí quedaron y aquí están.

¿Le conoció Ourense?
Su carácter castellano fue difícil de comprender para algunos que, cuando le descubrieron verdaderamente, le quisieron. Sé de una autoridad civil que al comienzo no lo entendía y que acabó siendo su gran amigo e incluso consejero. Y de estos casos tengo varios.

¿Fueron momentos difíciles?
Muy difíciles y complicados pero él mantuvo su virtud fundamental, que fue la coherencia, y ante lo que él veía claro seguía hacia adelante gustase o no. Nunca fue una persona para la galería. Y esto le costó disgustos y sinsabores. Defendía a los sacerdotes con un principio que tenía muy claro: “prefiero equivocarme pensando bien a acertar pensando mal”.

Por ejemplo el tema de las fiestas que armó tanto revuelo…
En este caso pagó lo que nunca había hecho. No hizo más que, con las normas de su antecesor, consultar a los arciprestes y cumplir lo que el obispo Nájera había decretado por delicadeza y respeto y tras recabar y seguir ese consejo.

Fue un intelectual, teólogo.
Su pasión era la teología, en la que brilló y así lo reconocieron, incluso el entonces profesor Ratzinger, que lo cita. En un apartado del libro se trata este tema.

¿Y este libro?
Quiero aclarar lo que digo en el prólogo: es “mi opinión”. Respeto totalmente otras aunque no las comparta y por ello pido comprensión para mi manera de ver al personaje. Creo que conviviendo con él veinte años tengo elementos suficientes para conocerle, aún admitiendo que sean subjetivos. Quisiera ser muy respetuoso.

Recoge muchas opiniones.
Eso pretendo, que no sea simplemente “mi opinión". Se recogen muchas apreciaciones: las opiniones diocesanas, de seglares y sacerdotes, con motivo de sus Bodas de Plata episcopales. También de un buen grupo de obispos de diversos signos. Setién, Cirarda, Tarancón, Rouco, Don Marcelo... Y muchos más. Hay un capítulo con cuatro artículos largos y muy esclarecedores, los de D. Miguel Araujo, D. Vicente Proaño y de dos seglares cualificados; José María Francés y Miguel Barreto, que también hace el prólogo y a quien considero uno de los seglares mejor formados, sino el que más, en los temas eclesiales en la diócesis.

Al final ¿con qué se queda?
Si quisiera resumir el libro me quedaría con una frase del largo articulo del obispo Don Camilo Lorenzo que termina diciendo: ”El tiempo le ha dado la razón”. Y Don Camilo lo conoció muy bien. También guardo como oro en paño la carta del obispo Setién una vez que leyó el libro.

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