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La historia de Lisardo y Modesto: la 'familia' que une Cruz Roja

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photo_camera Vídeo de la Cruz Roja

Lisardo vive en un pueblo a 50 kilómetros de Celanova, tiene 101 años y trabaja a diario sus fincas. Modesto, voluntario de la Cruz Roja, lo visita desde hace cuatro años. Un vídeo muestra las historias de ayuda a nuestros mayores en la provincia

Cruz Roja publica un vídeo grabado entre Celanova y Lobios en el que se puede ver la estrecha relación que se fragua entre los voluntarios y los ancianos del rural. Bajo el título "Voluntarios para una aldea rural", la organización enseña cómo es el día a día de las 'almas' de Cruz Roja que cuidan de nuestros mayores.

Son historias con nombre propio: por un lado las de José Antonio, Carmen y Modesto, los voluntarios que ofrecen su ayuda y cariño desinteresados y la de los usuarios de la Cruz Roja en distintos puntos de la provincia, agradecidos con el tiempo que sus ayudantes pasan con ellos.

De hecho, pasar tiempo con estas personas es una de las principales misiones de los voluntarios. "Llevarles al médico, hacerles compañía y velar por su bienestar es lo más importante", explica José Antonio en el vídeo.

Celsa es una de las usuarias del servicio, a la que acompañan a las 7.30 de la mañana al ambulatorio, aunque tengan que esperar horas a que le hagan pruebas. "No importa", coinciden los voluntarios. "Si no fuera por ellos tendría que pagar taxis, pero sale caro y las pagas son pequeñas", relata Celsa, vecina de Celanova.

En el caso de María y Camilo, no necesitan ir a ningún lado. Una charla alrededor de la mesa es más que suficiente, pero muy necesaria, para este matrimonio. "Se portan bien, vienen a mirar cómo estamos y si necesitamos algo", cuenta María. Las despedidas, a veces, son difíciles. Así lo cuenta el voluntario José Antonio: "Siempre te dicen: 'Quédate un poco más', ¿Cuándo volvéis?". Al final, siempre se quedan un rato más.

En Celanova, la historia de amistad de Lisardo y Modesto es el ejemplo perfecto de la importancia de la Cruz Roja en zonas rurales. Lisardo vive en un pueblo a 50 kilómetros de Celanova, tiene 101 años y trabaja a diario sus fincas. Modesto, voluntario de la Cruz Roja, lo visita frecuentemente desde hace cuatro años. Los dos coinciden en definir su relación: como de la familia. "El tiempo que llevo con este señor es cómo si fuera de mi familia, es amable, agradable y siempre me llama por teléfono", explica Lisardo, al que siempre se le hace corta la visita de su amigo.

Pero el tiempo es oro, y el viaje de los voluntarios continúa hacia dónde haya algún mayor solo que les necesite.

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