EL PSICÓLOGO HABLA

Llegan los exámenes finales

20170504145022596_result

Con ellos, se elevan los niveles de ansiedad de los estudiantes

Un nuevo curso está a punto de terminar, comienzan los exámenes finales y con su desarrollo se elevan los niveles de ansiedad de los estudantes que han de afrontarlos. Es cierto que una situación de evaluación, cuyo objetivo es demostrar la aptitud personal y académica obtenida por una persona, siempre implica cierto nivel de activación cognitiva generalizada o arousal, lo cual, en un principio, puede ser algo positivo y facilitador del rendimiento académico. Sin embargo, cuando los exámenes se convierten en un proceso decisivo, de cuyos resultados va a depender la promoción académica, la obtención de un título o la incorporación al mundo laboral, pueden producir en el organismo una respuesta reactiva excesiva y, en consecuencia, hacer que suban los niveles de ansiedad hasta el punto de generar una sobrecarga de los umbrales soportables, que actúan sobre los componentes activos de la memoria de trabajo, lo cual le impide a los estudiantes acceder con fluidez a los nexos relacionales de acceso a los contenidos almacenados en la memoria permanente, dificultando, en gran medida, el rendimiento académico esperado. España, en el último año 2016, ha liderado los datos relacionados con el fracaso escolar en Europa, situándose por encima del 20%, que constituye un dato superior a la media de la Unión, mientras que, por su parte, se estima que, aproximadamente, entre el 15 y 25% de los estudiantes, presentan niveles altos de ansiedad ante los exámenes, sobre todo, cuando éstos se relacionan con pruebas que son decisivas y determinantes para su futuro inmediato
Desde la perspectiva psicológica individual, la ansiedad se asocia con la preocupación personal relacionada con el miedo al fracaso, es decir, a no aprobar u obtener un rendimiento inferior a la expectativa inicial percibida, a los pensamientos automáticos negativos relacionados o a las distorsiones cognitivas que rodean al hecho evaluativo, por tanto, si es posible controlar esta influyente variable, la cual afecta de forma directa al rendimiento final, podrían, en buena medida, invertirse las altas cifras actuales de fracaso escolar indicadas.

TÉCNICAS
Pues bien, en la actualidad, existen múltiples técnicas específicas reductoras de la ansiedad, las cuales tienen como finalidades básicas, por un lado, mejorar la organización racional perceptivo- cognitiva de los estudiantes y, por otro, fomentar las estrategias de aprendizaje y de afrontamiento ante las situaciones evaluativas, que, en general, han obtenido cierto nivel de eficacia en la práctica aplicada: 1) el aprendizaje de conductas de afrontamiento ante las situaciones, mediante técnicas encubiertas de reforzamiento, 2) técnicas de reestructuración cognitiva, que constituyen una variante de las auto- instrucciones, las cuales están basadas en la evaluación, identificación y modificación de los pensamientos propios, las falsas creencias asociadas a los éxitos o los fracasos, el significado de la atribución a los errores o la hipersensibilidad a la exposición social, 3) los programas basados en la resolución de problemas y el aprendizaje de competencias y habilidades para el estudio, así como técnicas de afrontamiento de las situaciones evaluativas propiamente, 4) los programas aplicados para manejar las características intrínsecas de los exámenes, tales como la organización de los ítems, su priorización, su temporalización, etc., y 5) técnicas aplicadas en los diversos ámbitos culturales, con el objetivo de favorecer el meta- análisis y el desarrollo de las estrategias de procesamiento de la información y poder, así, transferirlas a las situaciones de la evaluación real.

RESPUESTA GLOBAL
Ahora bien, desde el ámbito educativo más amplio, cabe preguntarse, si los exámenes responden, de manera efectiva, a los fines para los que están diseñados, pues, de no ser así, éstos podrían evitarse o, cuando menos, limitarse.

En este sentido, en efecto, los exámenes tienen como finalidad básica conocer el nivel de conocimientos adquiridos. Pues bien, cuando el objetivo es medir los niveles de competencias o capacidades en base al análisis de las estrategias de aprendizaje, los docentes utilizan cotidianamente múltiples alternativas sustitutivas de dicho proceso de evaluación, tales como tareas, trabajos individuales y en grupo, seguimiento de las actividades diarias, etc., las cuales permiten conocer, de forma exhaustiva el nivel competencial de un determinado estudiante. Por otra parte, cuando la finalidad de la evaluación es conocer el nivel de conocimientos adquiridos en si mismos, medidos a través del análisis de la capacidad memorística, la cuestión se complica, pues el almacén de memoria permanente, que es donde se sitúa el nivel de conocimientos con significados, es muy limitada en el ser humano, lo que dificulta el mantenimiento de grandes cantidades de información por un tiempo ilimitado, motivo por el cual, los estudiantes elaboran un repaso continuado de esa información hasta el momento de la prueba, poco después, esos mismos contenidos se desvanecerán en términos memorísticos, convirtiéndose, entonces, en un esfuerzo trivial.

Ahora bien, si es necesario realizar algún tipo de pruebas, estas han de adaptarse a medidas competenciales o de evaluación de las estrategias relacionadas con la información aprendida, siendo necesario determinar cuál es la carga porcentual de dicha medida, evitando que los exámenes no se conviertan en un elemento tan decisivo de un proceso educacional, que es, efectivamente, de mucha mayor amplitud.

Te puede interesar
Más en Xornal Escolar