Opinión

Llenar no es convencer pero...

En las elecciones gallegas de 2005 que acabaron con el tambaleante esqueleto de Manuel Fraga lejos de Monte Pío, minutos después de que Emilio Pérez Touriño y Anxo Quintana firmasen el pacto para un Gobierno bipartito en el CGAC, varios asesores del nacionalista se sentaron a tomar unas cañas para diseccionar una campaña que catapultó al BNG a la vicepresidencia de la Xunta. "Todo o mundo di que o mitin está desfasado, pero cando nós fixemos un bo acto, movilizando á xente, ao día seguinte avanzamos nas enquisas", afirmó uno de los colaboradores. 

Comenzaba ya a debatirse la importancia de elaborar otro tipo de comunicación electoral, aunque el 'Caralibro' no llegó a estos pagos hasta abril de 2007 y Twitter tardó un tiempo en popularizarse. "Os que traemos ao mitin xa están convencidos, é mellor ir porta por porta", sostuvo otro de los ideólogos reunidos con la tranquilidad del que ha conseguido cerrar un pacto de Gobierno. Los dos tenían razón.

Las redes sociales resultan ahora fundamentales para llegar y atraer al electorado urbano, pero el mitin y pedir el voto a puerta fría, como si estuviesen intentando colar una enciclopedia, continúan siendo imprescindibles para conquistar al votante del rural. 
El PP consiguió movilizar a más de 13.000 personas en el acto central de campaña que se celebró en la plaza de toros de Pontevedra, desplazando autobuses desde el último rincón de Galicia. Fue una muestra de poderío que enchufa a la militancia para que salga a pedir el voto como si la vida les fuese en ello, que en muchos casos es así porque hay que llenar el puchero de algo más que agua. Anteayer en Expourense, Núñez Feijóo logró ser aclamado en el recinto ferial por 1.800 devotos del PP que el domingo se levantarán con la sana intención de pelear cada voto hasta el último segundo. "Si cubres una campaña electoral en Ourense te convalidan un curso de Antropología", bromean los compañeros cuando te ven salir pitando a alguno de los numerosos actos del día. Y lo cierto es que la experiencia es tan apasionante como sorprendente. La implantación y la fortaleza del PP resulta increíble, como también el entusiasmo de las demás formaciones políticas para intentar conseguir representación en la Cámara gallega. Llenar no es convencer pero... Y además ahora se hace sin empanada. 

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