LA REVISTA

Tras la matanza los fumeiros están a tope

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photo_camera Varias hileras de chorizo en un fumeiro tradicional.

En diciembre podemos degustar los primeros chorizos del año

Salir de excursión a cualquier punto de la Galicia más interior, la de la montaña, por ejemplo, cuando llega esta época del año no es solo disfrutar de la policromía de matices cálidos de los bosques. También hacer un recorrido por todos los aromas que se desprenden al paso por las calles estrechas de sus aldeas.

Es el olor de la leña ardiendo en las estufas de hierro, que se cuela al ambiente por las chimeneas, o lo que es mejor todavía, cuando encuentras una casa en la que todavía se hace matanza y de la que sale una mezcla de olor a humo de leña de carballo, con las especias y los aromáticos que acompañan el relleno de los chorizos que cuelgan en sus fumeiros.

Y es que la matanza tradicional no ha desaparecido del mapa de Galicia, por suerte. La legislación vigente ha establecido normas para que el final del cerdo sea menos cruel que el acuchillamiento a pelo en el corazón, no siempre certero, que acababa en ocasiones con el animal escapando medio muerto del improvisado cadalso.

Diciembre es el mes en el que los primeros chorizos del año, los más frescales, pasan por la sartén y dan color y sabor a un plato que se completa con huevos y patatas fritas, o se comen en un bocadillo de pan que se tiñe del rojo del pimentón que ha servido para adobarlos. Una sencilla maravilla.

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