Opinión

Medio nivel de inglés

La torpeza de Cristina Cifuentes por emperrarse en defender su máster tramposo en vez de amortiguar la polémica reconociendo haber cebado el currículum por vanidad, ha sumido a la Universidad Rey Juan Carlos en un descrédito intolerable, ha puesto al resto de campus bajo la atinada sospecha de que si tienes parné o poder, te puedes comprar un título a juego con el despacho y le ha hecho la puñeta a sus colegas políticos al situar la formación académica en el punto de mira de los medios, algunos con la intención de lanzar un salvavidas a Cifuentes ahogando a otros.

Resulta increíble que ayer Mariano Rajoy respaldase públicamente a la presidenta madrileña, aunque gustándole tanto el fútbol quizá se trate de la antesala de la patada, como sucede cuando un presidente ratifica la confianza en un entrenador. Con los periodistas rastrillando los currículums de los representantes públicos, las trolas o las verdades a medias comienzan a asomar. 

El 'mastergate' ya ha regalado grandes momentos gracias a que el grado de ocurrencia del personal sí es sobresaliente; y los que vendrán, porque por estos pagos la trola puede ser una forma de vida y todo quisque intenta fardar, al menos, de un nivel de inglés medio aunque no pasen de medio nivel de inglés. El diputado de En Marea y secretario de Organización de Podemos Galicia, Juan Merlo, renunció a su acta parlamentaria y al cargo en la formación morada después de que el rotativo madrileño 'ABC' desvelase que en el currículum facilitado a la Cámara aparecía que era ingeniero titulado cuando no terminó los estudios. Merlo argumentó primero en los pasillos de O Hórreo que su caso no es equiparable al de Cifuentes, que no lo es, y al rato presentó la dimisión tras reunirse con el grupo parlamentario. Argumentan que fue presionado por la dirección de Podemos en Madrid y aunque sea cierto, su decisión marca el camino de la decencia. Admitió "connivencia" por no corregir el error en los datos publicados, reconoció el "bochorno" por la situación y hasta recibió una carantoña, quizá interesada,del portavoz parlamentario del PP, Pedro Puy. En el espejo de Merlo tanto pueden mirarse Paula Quinteiro, con un problema distinto, o Cristina Cifuentes. Es cuestión de caras.

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