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Un maravilloso mundo, más allá del pecho y los bíceps

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Relegar al resto de músculos, el 70% de nuestro cuerpo a la inactividad o al abandono, es de una total ignorancia, cuyas consecuencias de todo tipo pagaremos en un futuro

Si existen dos grupos musculares que causan pasión entre el género masculino, estos son el pecho y los bíceps. 

Tal es la fiebre por estos grupos musculares que algunos entusiastas de gimnasio - ya definimos como “trapalleiros” en anteriores artículos- sólo pisan la Sala de las pesas de un centro deportivo para esculpir estas partes. No se reparará en series, repeticiones, kilos y batidos en el empeño.

¿Y el resto, qué? Pensará usted con buen criterio. Porque relegar al resto de músculos, el 70% de nuestro cuerpo a la inactividad o al abandono, es de una total ignorancia, cuyas consecuencias de todo tipo pagaremos en un futuro, ya que nuestro cuerpo necesita una preparación integral, independientemente de nuestros objetivos específicos.


Escala de valores


Primer lugar (y medalla de oro) para el Pecho. Segundo para los Bíceps. ¿Tercero? Pongamos que “los abdominales”, aunque es un coñazo trabajarlos y los posponemos hasta junio, que toca la playa. 

¿A continuación? La Espalda, quizá los Tríceps y, metemos con calzador, algún ejercicio de  Hombros. Sin abusar. Que lo primero es lo importante.

¿Las piernas? Na, eso no hace falta. Ya se trabajan caminando, subiendo escaleras y tal. O sales a correr un día alrededor del río y ya vale. Las piernas se mantienen solas. Eso lo sabe todo el mundo y es una reflexión característica del trapalleiro estándar que frecuenta los centros deportivos. 


Todas las piezas importan


Vaya por delante que cada cual es libre de obrar por su cuenta y hacer el cazurro en la sala de pesas, pero intentemos imaginar a nuestro cuerpo, por unos segundos, como una extraordinaria máquina, donde todas sus piezas participan en ese milagro de la naturaleza llamado movimiento.

Piezas que necesitan el cariño y el cuidado necesario -o al menos no el maltrato- para seguir cumpliendo su función por muchos años. Mimar el chasis y olvidar las ruedas o los frenos terminarán con nuestro coche en una cuneta. Sin rueda de repuesto. Póngase en manos de un buen mecánico y descubrirá un maravilloso mundo. Más allá del pecho y los bíceps.

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