Opinión

El oficio de político

Escribió Cicerón en su obra “Sobre los deberes”: “Los que hayan de gobernar el Estado deben tener siempre muy presentes estos dos preceptos de Catón: el primero, defender los intereses de los ciudadanos, de forma que cuanto hagan lo ordenen a ellos, olvidándose del propio provecho”. Hoy en día, esta opinión se asemeja a una enorme paradoja. Hoy se llama eufemísticamente “el interés general”. Esto es, que un representante político tiene que actuar en defensa del bien común.

De hecho, la vigente “Ley de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno”, hablando de los principios de actuación de quienes se dedican a la cosa pública, dice que tienen que asumir unos principios éticos y actuarán con transparencia en la gestión de los asuntos públicos, de acuerdo con los principios de eficacia, economía y eficiencia y con el objetivo de satisfacer el interés general. También que ejercerán sus funciones atendiendo al principio de buena fe y con dedicación al servicio público, absteniéndose de cualquier conducta que sea contraria a estos principios. Han de mantener un criterio independiente y ajeno a todo interés particular, asegurarán un trato igual y sin discriminaciones de ningún tipo en el ejercicio de sus funciones. Y por supuesto, actuarán de buena fe y mantendrán una conducta digna y tratarán a los ciudadanos con esmerada corrección.

Mal están las cosas si es necesario regular por ley el ejercicio de la actividad política. Subrayaba el pensador y filósofo alemán Arthur Schopenhauer (siglo XVIII) que: “El honor del cargo es la opinión general de que un hombre revestido de un empleo posee efectivamente todas las cualidades exigidas y cumple puntualmente y en cualquier circunstancia las obligaciones de su cargo”.

Se sobreentiende que quienes tienen la responsabilidad de dirigir las instituciones públicas y desempeñar un cargo electivo propiciado por el sufragio popular, han de comportarse ética y moralmente sin mácula que los ponga bajo sospecha. Dignidad y honorabilidad. Qué sencillo es y cómo lo complican.

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