MUERTE EN LA COMISARÍA DE OURENSE

Un testigo sostiene que los gemelos solían aparcar en la zona ciega de la comisaría de Ourense

Un policía sostuvo que era frecuente ver el Audi y Volvo XC90 de los gemelos en esa planta, con unas ocho plazas fuera del alcance de las cámaras

La jueza de Instrucción 3 interrogó ayer a cuatro policías que el  9 de abril de 2016 estaban de servicio en  la Comisaría de  As Lagoas cuando se produjo la muerte de Celso Blanco, un caso judicializado y en el que figuran como investigados los inspectores Roy y Bernardo D.L., ambos gemelos, por homicidio, entre otros delitos. 

Uno de los agentes, adscrito a la "pecera" del control de acceso, recuerda que incluso habló con Roi pasadas las tres de la tarde tras dejar el todoterreno aparcado en el garaje de las instalaciones para, según la versión del investigado, salir a hacer unas compras (ese día no trabajaba porque era sábado). Atribuye que era Roi y no su hermano gemelo -reconoció que no los distingue- porque este último estaba de baja y hacía tiempo que no iba por allí.

La jueza cree que Bernardo pudo pasar oculto en el vehículo, que quedó aparcado en una zona ciega del garaje de la comisaría, sin alcance para las cámaras de seguridad, para a continuación entrar a las instalaciones sin ser visto por un pasadizo al que se accede desde el área de estacionamiento y así reunirse con la víctima sin ser visto.
Otro de los testigos vio a Roy D.L. sostuvo que también solía aparcar en la zona ciega, en la segunda planta del garaje, aunque hasta que saltó este caso desconocía esa particularidad. Según precisó, las plazas son más grandes. Este mismo agente sostuvo que era frecuente ver el Audi y Volvo XC90 de los gemelos en esa planta, con unas ocho plazas fuera del alcance de las cámaras.

Ninguno de esos agentes escuchó el disparo, que el letrado de los gemelos atribuye a un suicidio, ni detectó nada anómalo. Un agente, que prestaba servicio en la oficina de denuncias, subió a la quinta planta, en donde Celso Blanco tenía su despacho, pasadas las nueve de la noche porque se lo ordenó el secretario general (alertado por los mensajes del fallecido), pero sin apreciar nada raro porque la puerta de la oficina estaba cerrada con llave y las luces apagadas. 

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