Opinión

Por detalles

La política, a estas alturas del siglo XXI, consiste en hacer cosas que contribuyan a amarrar la reelección y dice un amigo mío que lo malo no es que estemos dándole vueltas al dilema de Franco y su reposo eterno sino que existan individuos en la base votante que la resolución del enigma les incite a cambiar el sentido de su papeleta. Y lleva razón. Del mismo modo que ya no hay equipo de fútbol modesto ni partido desparejo –les ruego echen un ojo si pueden a los dos golazos marcados por el modestísimo Huesca en casa del Athletic Club de Bilbao que nos han dejado a todos boquiabiertos-  tampoco hay ya grandes diferencias en los porcentajes del espectro que conduce a la composición de las cámaras. Los encuentros de ahora se inclinan por detalles y los triunfos electorales, también. Si sacar a Franco de la huesa en la que lleva cuarenta años ofrece un incremento sustancial en el número de sufragios, se pone uno manos a la obra. “Por un puñado de votos L

“La muerte tenía un precio”, sospecho yo a mi vez recordando un par antológico de películas del Oeste que veo cada dos por tres porque son cine en estado puro. Esta historia también tiene un bueno, un feo y un malo pero esa es otra cuestión que algún día dirimiremos.

El caso es que se gobierna y se opone al Gobierno pensando en las encuestas, calculando los réditos de cada una de las decisiones y despachando aquellas que no parecen aportar ventajas de cara a las urnas. Así está la oposición y sobre todo, así está el Gobierno, eligiendo cuidadosamente las acciones a emprender en función de la conquista del fin supremo. Pedro Sánchez aseguró que convocaría elecciones lo antes posible. Pero llegó a la Moncloa y entendió que era una pena tirar por la borda tanto trabajo fino. Hoy, por tanto, lo que manda es estirar la goma hasta que se agote la legislatura aunque sea un ejercicio tan complejo. Unos días se afirma una cosa –no habrá asistencia al juez Pablo Llarena- y al día siguiente se dice otra –sí habrá asistencia al juez Pablo Llarena- lo que produce un cierto desajuste en todas las caras del poliedro. Se desautoriza a la ministra de Justicia, se encabrita a Podemos, se ofrecen triunfos al PP y se lía en el Senado donde van a ir a dar a partir de ahora las ideas del Gobierno que no sean decretazo según se aprecia a vista de pájaro.

Esta situación del pasito palante y el pasito patrás no debería servir para otra cosa que para bailar la yenka. Pero sirve.

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