RIBEIRO, IMÁGENES CON HISTORIA

Los primeros cafés de Ribadavia

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photo_camera Grupo de adultos del S. XX en el Café Moderno.

Eran lugar de charlas, discusiones políticas y en muchos de ellos, como en el caso de los locales, tenían lugar animados bailes en fechas señaladas

Los primeros cafés que  se instalaron en nuestras villas y ciudades durante el s. XIX  tenían el genérico nombre de "Casa de cafés". Propiciados por la burguesía y frecuentados en un principio casi exclusivamente por el género masculino, eran lugar de charlas, discusiones políticas y en muchos de ellos, como en el caso de los locales, tenían lugar animados bailes en fechas señaladas. 

Las noticias del primero de la villa, llamado Casa de Café santo Domingo, nos las brinda el semanario El Avia (1887). Instalado en las dependencias del exconvento dominico, su titular era Constantino Rodríguez quien junto a su exquisito café ofrecía también tés de importación, refrescos y licores. Ese mismo año por las fiestas del Portal anunciaba mediante invitación, animados bailes desde las nueve de la noche en adelante. La prensa local al año siguiente se lamentaba, de lo deslucido que resultó el baile de piñata por la apatía de las máscaras, sin embargo las pocas que asistieron han sido de lo más selecto y escogido de nuestra sociedad (…) y en el carnaval de 1898 el negocio ya tenía competencia, pues El Avia Ilustrado, otro periódico de la villa, reseñaba: los bailes celebrados en los dos cafés de esta localidad resultaron poco concurridos, los del lunes y martes prometen estar animadísimos. En 1902 y provocado por un quinqué, se produjo en la Casa de Café un incendio de cierta consideración, personándose rápidamente Tomás Vidal, García Penedo, el alcalde L. Meruéndano y el sereno Benito Fernández, quien se despojó de su capote tratando de apagar el fuego. Don Constantino, su propietario, a través de El Ribadaviense, manifestó su inmenso agradecimiento a cuantos acudieron a sofocarlo. Este café se mantendría en el mismo local pero con distintos dueños, hasta los años veinte del pasado siglo.

En 1901 se inaugura el Café Liceo de Guillermo Touza, un reputado hostelero que fue el encargado de servir el refresco, como se denominaba entonces, con el que la corporación municipal obsequió a la infanta Isabel "La Chata", cuando el 15 de julio de 1914 nos visitó procedente del balneario de Mondariz. También organizaba bailes, siendo muy frecuentados los de carnaval y fiestas locales. En 1902 El Ribadaviense da cuenta del mitin que celebró en sus salones la honrada masa popular (…) concluyendo la sesión sin haber ocurrido ningún incidente y en el mayor orden. Situado en la calle Juez Viñas, llamada entonces de La Cárcel, cambia de rótulo en 1917 pasando a denominarse Café Avia.

En las primeras décadas de la pasada centuria y teniendo en común su emplazamiento en la rúa Progreso, se van sucediendo distintos establecimientos del ramo, nombrados sencillamente cómo Cafés.

En 1911 y con gran despliegue publicitario en los dos semanarios locales se inaugura en la casa de reciente construcción de d. Manuel Morgade el Café Moderno, (…) quien recientemente y con siete años de retraso, celebró su centenario. Le seguiría en el calendario el Nuevo Café de Alfonso Casasnovas, que se estrenó durante la década de los veinte.

Mediados los treinta abre sus puertas el célebre Café Carrera, en los bajos de la casa de Jesús Sánchez. Aparte del esmerado servicio, que atendía también el café de la sociedad La Peña en el piso superior, contaba el local con un escenario donde los domingos con asistencia de un nutrido público, actuaba la orquesta Carrera. A su lado en 1944 se instalaría otro histórico, Evencio, nombre de su propietario, reputado músico de Beade y clarinetista en la banda local, quien con anterioridad se había establecido con un pequeño bar llamado La Lira, en el solar que ocupa hoy el banco Pastor. Permanecería en el Progreso, donde fue todo un referente, hasta 1977 cuando se traslada al recinto actual.

El Moderno, como narró con precisión Luis Gulín el día de la celebración del demorado centenario, tuvo diversos dueños que brindaron a su clientela un distinguido servicio de hostelería, junto con un salón de bailes espléndidamente iluminado y artísticamente adornado y dos modernas mesas de billar; a comienzos de los treinta ofrecía también actuaciones de famosas tonadilleras cómo Gitanilla de Triana, La Bella Lucita, Mary Sierra y Las Hermanas Castilla, que interpretaban sus melodías los jueves, viernes y sábado desde las 3 de la tarde hasta las 11 horas.

En 1947 sin bailes, ni cupletistas ni mesas de billar, la familia González Graña, abuelos de los actuales propietarios, adquiere el Moderno permaneciendo desde entonces en la misma familia y en el establecimiento original. 

La fotografía que ilustra esta crónica muestra a los hermanos Glez. Graña, Chicha y Moncho, dando el brazo a Tita, su mujer; con ellos unos clientes que eran parte de la atmósfera: Chucho, Tucho Urbano y Braulio Soto, fuera de la imagen en el recuerdo evocamos a Ernesta y Ramón, junto con Feli, Nesta y Gelines.

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