Verán

Progo, orgullo y emoción emigrante

Isidoro Álvarez organizó una convivencia que reunió a más de 170 emigrados de la localidad con sus familias

El dolor que siente el emigrante cuando piensa en su hogar es solo comparable al de la falta de un ser querido, a lo que produce una herida que nunca termina de cicatrizar. 

Por eso, la alegría de los vecinos de Progo, una población situada entre Riós y Vilardevós al volver a la que es su casa y reunirse en torno a una mesa para celebrar una fiesta está más que justificada.

Repartidos desde hace más de 30 años en las Islas Baleares, las Canarias, el País Vasco o Cataluña, las más de 170 personas que compartieron mantel en el evento organizado por Isidoro Álvarez, repartieron risas, anécdotas y mucho por la "terriña. O noso Progo".


No sorprende que en los días previos a la celebración algunos vecinos se afanasen en limpiar y vestir de gala el cruceiro del pueblo "uno de los dos que hay en el concello y el más bonito sin ninguna duda", tal y como afirmaban con orgullo cada vez que veían a un foráneo


Al mediodía, resguardados del asfixiante calor en las pocas sombras libres, fue el turno de los abrazos de reencuentro y cariño, algunos pospuestos por la distancia durante demasiados años. Muestras de afecto que ayer se transformaron en miles de fotos, presentaciones de nuevos miembros de las distintas familias y alguna que otra broma que solo los habitantes del lugar entendían.

Progo (21/08/2018). Comida de vecinos y emigrados en Progo

 

Y a pesar de que esta fue la primera vez que la convivencia se celebró de forma conjunta, sí es cierto que en años anteriores los vecinos que visitaban la localidad se reunían en verano, eso sí, separados por sexos. 

Mujeres por un lado y hombres por otro, algo que en el tiempo actual carece de demasiado sentido. Isidoro Álvarez se dio cuenta de eso y puso en marcha la reunión.

"La respuesta que ha tenido la gente a esta iniciativa ha sido magnífica. Organizar la comida de manera conjunta ha resultado un éxito. Estamos conociendo incluso a hijos y nietos de nuestro pueblo que habían emigrado y eso nos hace a todos tremendamente felices"

Aunque sin duda una de las mujeres más felices del evento era Isabel González, que a sus 94 años no quiso perder la oportunidad de volver a ver a muchos de sus vecinos. "Estou moi contenta de vir a esta festa e poder ver a xente que facía moitos anos que non vía. Ademais viñen con toda a miña familia, e aquí hai moitas persoas as que tiña ganas de ver. Encántame esta festa".

Tras los gaiteiros, la buena comida y bebida, la fiesta y los recuerdos de los veranos en casa, turno para retornar a los distintos cuarteles invernales, pensando que el próximo verano las celebraciones en Progo continuarán y el cruceiro volverá a ser el testigo del orgullo que desprenden sus habitantes por la geografía nacional.

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