SALUD

Quince mil ourensanos sufren el síndrome de piernas inquietas

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photo_camera El neurólogo Luis Manuel López Díaz, en la consulta del servicio de Neurología del CHUO.

Neurología del CHUO demanda más investigación en cuanto a terapias farmacológicas a largo plazo

El síndrome de piernas inquietas es una enfermedad neurológica que se caracteriza por producir una sensación molesta en las extremidades, principalmente cuando el paciente está en reposo, acompañada de una necesidad imperiosa de moverlas. Se estima que el 10% de los pacientes del área sanitaria de Ourense, que asciende a 300.000 personas, padece esta patología crónica, pero solo el 5% está diagnosticado y tratado, lo que se traduce en 15.000 ourensanos. 

El neurólogo Luis Manuel López afirma que esta enfermedad genética puede aparecer a cualquier edad, siendo más habitual a partir de la cuarta década de vida. "Es más frecuente en mujeres mayores de raza blanca y con niveles bajos de hierro, en pacientes con problemas de la función renal y diabéticos".

Los pacientes suelen referirse a los síntomas como unas sensaciones molestas, descritas en términos de dolor, calor, frío, hormigueos, nerviosismo y quemazón. "Esto les impide estar en reposo, sobre todo a las horas finales del día y, consecuentemente, dormir. Estas molestias afectan principalmente a las piernas, pero con el paso del tiempo pueden incluso extenderse hasta los brazos".

SUEÑO

El neurólogo, que pasa también consulta en Verín, señala que el síndrome de piernas inquietas afecta a la calidad de vida del paciente. "La primera víctima de esta enfermedad es el sueño. Además, tienen dificultades en muchas actividades de la vida diaria como, por ejemplo, ir de viaje en coche, al cine o sentarse a leer". Además, reconoce que esta patología conlleva también problemas de ansiedad y depresión. También produce un incremento del riesgo cardiovascular. "Puede ser diagnosticado y tratado por los médicos de Atención Primaria, pero el problema es que dichos facultativos no suelen estar familiarizados con este síndrome. No es raro que el médico confunda esta enfermedad con problemas de circulación, ansiedad, artrosis o calambres nocturnos de las piernas", enumera. En última instancia, esta sintomatología es diagnosticada y tratada por los neurólogos tras su derivación. 

En este sentido, el servicio de Neurología del CHUO, integrado por 10 neurólogos, aplica dos tipos de tratamiento, dependiendo de la sintomatología. En el caso de que ésta sea leve o se manifiesta de forma esporádica, optan por medidas no farmacológicas. "Entre ellas, mantener un horario de sueño regular, realizar ejercicio físico moderado a última hora del día y reducir el consumo de café, tabaco y alcohol". El doctor López Díaz aconseja evitar ciertos fármacos como antihistamínicos y antidepresivos ya que pueden empeorar los síntomas. 

Por otro lado, entre el 30 y el 45% de los casos, cuando los síntomas se presentan de una forma crónica, con empeoramiento progresivo, recurren a tratamientos de tipo farmacológico. En este sentido, el de primera elección son los medicamentos que actúan sobre la dopamina. "Estos medicamentos tienen unos resultados espectaculares a corto plazo, pero con el paso del tiempo los síntomas vuelven a aparecer. Necesitamos más investigación en cuanto a terapias farmacológicas a largo plazo", concluyó el neurólogo Luis Manuel López. 

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