O profesional ao rescate

Recupera tu dieta

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photo_camera ada está prohibido, pero los alimentos menos saludables solo deben de consumirse de forma ocasional.

Después de la fiesta es necesario recuperar rutinas saludables

El período navideño es una época de cambios en nuestras rutinas diarias. Son días de vacaciones escolares y de reencuentros con la familia y los amigos que muchas veces celebramos alrededor de una mesa, olvidándonos durante estos días de los patrones de consumo habituales.

Permitimos que los niños se acuesten más tarde porque no tienen colegio, cambiamos los horarios de las comidas y también los patrones alimentarios (nos saltamos el desayuno para poder con la comida de Navidad o comemos menos porque nos espera una cena copiosa, etc.) y también somos más permisivos con la elección y el consumo de los alimentos que componen el menú de estas fiestas: se comen más dulces porque forman parte de nuestras tradiciones y nos permitimos algunos caprichos alimentarios en las cenas y comidas de los días señalados. 

Consecuencias

Estas costumbres, tradiciones y reuniones familiares, favorecen el consumo de alimentos y el resultado es que muchos días acabamos comiendo mucho más de lo que acostumbramos y eso se traduce en un consumo de calorías que supera ampliamente nuestras necesidades energéticas y ese exceso calórico termina acumulándose como esos kilos de más que nos acompañan al terminar estas fiestas.

Además, muchas de esas calorías proceden de alimentos ricos en grasas o con un elevado contenido en azúcar y a eso hay que añadirle que también que consumimos más bebidas alcohólicas y refrescos. Los expertos estiman que buena parte de la población termina ganando entre 2 y 3 Kg de peso después de estas fiestas, aunque matizan que esas ganancias de peso no se pueden atribuir exclusivamente a los cambios en los hábitos alimentarios, puesto que también influye el cambio de horarios y la menor actividad física. 

El problema es más serio en el caso de las personas que no tienen unos hábitos alimentarios saludables, porque en esos casos los excesos navideños sí que pueden llegar a tener alguna repercusión sobre la salud. Efectivamente, en los últimos años está aumentando la publicación de trabajos científicos en los que los especialistas en el campo de la salud, informan de que al finalizar el periodo de navidades aumenta de forma significativa el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular, que atribuyen al descontrol en los niveles de glucemia (glucosa), hipertensión y colesterol.

Muchos de esos estudios coinciden en señalar que ese aumento ronda aproximadamente el 25% y eso se refleja en un aumento bastante acusado de la incidencia de ciertas patologías como la hipertensión, la diabetes, los ataques de gota y toda una serie de patologías del tracto digestivo (gastritis, reflujo gastroesofágico, pancreatitis, cólicos biliares y gastroenteritis).

Por ello es aconsejable volver cuanto antes a la normalidad y recuperar nuestros hábitos alimentarios, ya que la vuelta a nuestra dieta habitual puede ayudarnos a perder el peso ganado; también es una buena ocasión para mejorar o corregir nuestros hábitos si no son demasiado saludables, incorporando algunas modificaciones en nuestro estilo de vida (comidas más sanas, más actividad física, etc.), con efectos beneficiosos demostrados a largo plazo para nuestra salud.

El primer paso es convencernos y tener ganas de cambiar nuestro estilo de vida y tener claro que no se consigue de un día para otro y de que se trata de un objetivo a medio-largo plazo.

Es importante no obsesionarse, como esas personas que se pesan cada día, ya que esta ansiedad por perder peso suele terminar en el camino fácil de las dietas “milagro”, que nos proponen una pérdida de peso en pocos días al recurrir a combinaciones de alimentos desequilibradas, poco saludables e insostenibles a medio plazo, que tienen el inconveniente de que, en el momento en que se abandonan y se vuelve a los hábitos de alimentación anteriores, se produce el conocido “efecto yo-yo" por el que terminamos recuperando rápidamente el peso perdido y ganando algunos kilos de más. 

Este es un buen momento para pensar en la salud y plantearnos en serio la conveniencia de seguir una dieta equilibrada, variada y sana o por lo menos de introducir o cambiar algunos hábitos. Un primer paso podría ser dejar de preocuparnos por la cantidad (kilos, calorías, etc.) y empezar a preocuparnos por la calidad nutricional (más variados, más equilibrados, más verduras, más frutas, grasas más sanas, menos alimentos procesados, menos bollería industrial, etc).

Además de la planificación de las comidas debemos de regresar a los horarios de comidas regulares y no demasiado tardíos, ya que esto también se relaciona con el aumento de peso. Por supuesto la actividad física también es importante y no es siempre necesario acudir a instalaciones deportivas ya que casi los pueblos o ciudades cuentan unos paseos que nos invitan a la práctica deportiva. 

6 Pautas

Algunos consejos sencillos para cambiar tus hábitos de vida y mejorar tu salud:

1. Nada está prohibido, pero los alimentos menos saludables (como por ejemplo los que tienen un alto contenido en grasa y/o azúcares) solo deben de consumirse de forma ocasional. Se trata de cambiar la forma de comer, basándote en la moderación.

2. Los cambios son para siempre, pero los hábitos se adquieren con la repetición y por eso es importante que la dieta sea variada y conforme a nuestros gustos, ya que así será más fácil cambiar nuestros hábitos. 

3. El número si que importa: 5-6 comidas diarias es la clave y no hay que saltarse ninguna, porque si no llegaremos a la siguiente comida con más hambre y con más ansiedad.

4. Disminuye la cantidad: utiliza platos más pequeños (p.ej., de postre) y procura no repetir, para favorecer la pérdida de peso. 

5. Busca el placer: procura disfrutar de cada comida y de cada bocado, mastícalo y paladéalo, buscando el placer en los sabores, aromas y texturas y no en la sensación de hartazgo. 

6. Y por último súmale ejercicio: anímate a incrementar la actividad física, realiza al menos 30 minutos diarios de actividad moderada (pasear, aparcar un poco más lejos, subir escaleras, natación, correr...)

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