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Reino Unido, capital Manchester

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El primer concierto de los Sex Pistols en Manchester plantó la semilla de la revolución; allí crecerían Joy Division, The Fall, The Smiths o los Stone Roses

Cuentan los que allí estaban que la revolución musical de Manchester nació exactamente el día 4 de junio de 1976 en el Lesser Free Trade, un palacio inglés de 1856 en St. Peter’s Field. Justo allí, en 1819, la caballería cargó contra una multitud de 60.000 personas reunidas en una manifestación para solicitar la reforma de la representación parlamentaria, en lo que se llamó la batalla de Peterloo.

Ese 4 de junio solo eran 45 personas las que estaban en el salón de eventos. Y no fue la caballería la que descargó su ira sobre ellos. Eran los Sex Pistols, en su primer concierto en la ciudad. 

Entre el respetable, nombres que en aquel momento solo conocían los carteros o en las oficinas de empleo: Mark E. Smith, Bernard Summer, Peter Hook, Mick Hullnan o un tal Morrissey. Chicos de una ciudad del norte sumida en una depresión industrial, en un país a las puertas del Thatcherismo, donde todos los ojos, musicalmente hablando, miraban al Londres post Beatles. Allí, el punk se alzaba como la vía de escape.  

Aquel día de 1976 todo cambió para ellos. Ni siquiera tocaron bien los de Rotten -no creo que lo hiciesen nunca- pero de eso se trataba, la revolución empezaba así. ¿Por qué algo como aquello los sacudía a todos? ¿Por qué ese sonido había conseguido liberar lo que aquellos chavales tenían dentro? ¿Cómo es posible que los gritos y la” violencia” de aquellos londinenses fuese el germen de cosas tan absolutamente antagónicas como The Smiths y The Fall? En realidad, todo se basaba en que ninguno de los que allí estaban se encontraban tan alejados entre ellos como sus futuras canciones parecían evidenciar.

Qué ironía. Fue una banda de Londres la que plantó la semilla de lo que unos años más tarde se convertiría en el movimiento que colocaría a Manchester en el centro de la vanguardia británica, desbancando a la majestuosa capital.

Si aquel concierto, comisionado por unos imberbes Buzzcocks, no se hubiese programado quizás hoy no sabríamos nada acerca de bandas como Joy Division, New Order, The Fall, The Smiths, Stone Roses o sellos como Factory. Y, por qué no, puede que el acid house nunca hubiese existido.

 Marcos Gendre cuenta la historia de maravilla en “Manchester, el sonido de una ciudad”. Un viaje que merece la pena hacer con él por las calles de la ciudad donde hoy manda Pep Guardiola.

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