NAVIDAD

La ciudad se desbordó para recibir a los Reyes en la noche más mágica

Los ourensanos acompañaron a una cabalgata que partió de la Estación Empalme y terminó en una abarrotada Praza Maior

Procedentes de Oriente, los Reyes Magos llegaron ayer puntuales a la Estación de Empalme, abarrotada desde las 17,00 horas. "Nunca vin a tanta xente amontoada para ver baixar as súas Maxestades do tren. Este ano foi algo fora do normal", comentaba un grupo de fieles a la Cabalgata. Otros, los que pudieron, apostaron por verles desde sus balcones y ventanas.

Al grito de "Ahí vienen, ahí vienen", los ourensanos recibieron a Melchor, Gaspar y Baltasar mientras, de fondo, sonaba la Real Banda de Gaitas de la Diputación. La avenida de As Caldas, Progreso y Doctor Marañón se convirtieron en un improvisado escenario por el que desfilaron las cinco carrozas, acompañadas de música y personajes fantásticos como los unicornios. "Eran muy divertidos. Se les podía tocar. También, me llamaron la atención las raperas de Oriente", apunta Roi Pérez, un niño de ocho años que esperaba en la Praza Maior a sus Majestades los Reyes Magos. El primero en llegar fue Melchor.

Quienes tampoco pasaron desapercibidas para el público fueron las bailarinas de bolas transparentes y los zeppelines autoiluminados. Y, para endulzar el desfile, se repartieron unos 2.000 kilos de caramelos para todos los gustos. Hubo quien no dudó en llevar de casa bolsas para recolectar las golosinas. Fue el caso de Xúa Fernández, de siete años: "Llené dos bolsas yo sola. Ahora repartiré los caramelos con mis amigos y familia". Otros, como Iria Ollero, de 16 años, no tuvieron tanta suerte:"Collín moi poucos. Unha señora estaba diante e non deixaba ningún pero non me importa. Paseino moi ben". 

Guiado por la estrella de Oriente, el cartero real se encargó de tramitar todas las peticiones de los niños más rezagados que aún no habían enviados sus cartas. Los juguetes encabezan la lista de deseos de los más pequeños, aunque no siempre es así: "Yo le pedí unas zapatillas deportivas y algo de ropa porque juguetes ya tengo muchos con los que entretenerme", indica Héctor González, de nueve años. 

Zaida Viana, otra menor que esperaba atenta a la llegada de los Reyes, afirma que "no les pedí nada aunque espero que me traigan muchas cosas porque me he portado muy bien todo el año". Los más peques son conscientes también del gasto que supone para sus Majestades traer regalos a todos los niños del mundo. "Yo solo pedí un patinete electrónico, que ya cuesta bastante dinero. Por eso, solo pedí una cosa este año".

Con estos deseos, la Praza Maior acogió  el broche final de la Cabalgata. Los miembros de la Corporación municipal fueron los encargado de recibir a toda la comitiva real, ayudándoles a bajar de sus carrozas. También, se animaron a repartir caramelos entre los mayores pero, sobre todo, a los niños, entusiasmados con el espectáculo preparado para la ocasión."Estou encantado de que todo saise ben. Desexo un ano venturoso para tódolos veciños", apuntaba Jesús Vázquez, el alcalde de Ourense. Eso sí, la limitación del aforo en la Praza Maior para ver a sus Majestades generó malestar en algunos padres. José Javier Carbalho Simoes explicó que dos vigilantes de seguridad privaron a sus niños de seis y 12 años "de la ilusión de ver a los  Reyes porque no les dio la gana de dejarnos pasar cuando había sitio suficiente". 

La jornada terminó con un espectáculo de fuegos artificiales desde la margen derecha del Miño. 

 

 

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