Opinión

Sánchez va a lo suyo

De la comparecencia del presidente Pedro Sánchez en el Congreso para exponer las líneas generales de su agenda de Gobierno trasciende por encima de otras una idea: el Ejecutivo que preside tiene intención de perdurar hasta consolidar una posición de ventaja política sobre sus adversarios. Se apoyará en los gestos. Exhumar los restos de Franco y borrar su memoria del Valle de los Caídos es un compromiso del PSOE realizado cuando estaban en la oposición y que Sánchez cumplirá. Se hará y será uno de los gestos que marcaran la legislatura. Sobre otras promesas y compromisos la cosa irá más despacio.

No otra cosa puede deducirse del anuncio de proyectos que para su culminación sería necesaria una legislatura completa. Es sabido que en el mejor de los casos la actual no podría alargarse más de dos años. Al exponer planes a medio plazo (un plan de empleo juvenil o la revisión de la situación de los militares de tropa y marinería que según una ley que entró en vigor en 2006 deben abandonar el Ejército al cumplir los 45 años), transmite la idea de que forman un equipo que no se va a conformar con revisar las políticas seguidas por el PP bajo la presidencia de Mariano Rajoy. Sánchez anuncia una política fiscal propia colocando el foco en las empresas del sector digital. Al corregir el objetivo de déficit -"relajar" es el eufemismo empleado- está diciendo que el Estado necesitará más dinero para hacer frente algunos de los compromisos adquiridos cuando estaban en la oposición. Subida de las pensiones, mejorar la financiación de las comunidades autónomas, equiparación salarial de la Guardia Civil y Policía Nacional con las policías autonómicas, etc. 

Pese a la exigencia expresada en el debate por la portavoz de Podemos, lo que el Ejecutivo no va a hacer -incumpliendo promesa- es facilitar la lista de los defraudadores que se acogieron a la amnistía fiscal. Tampoco está claro, sólo lo mencionó de pasada, en qué va a quedar la promesa de derogar la Ley de la Reforma Laboral. Y la gran cuestión. Sánchez ha dejado claro su apuesta por el diálogo para resolver el desafío secesionista en Cataluña. Pero visto que el nuevo "govern" de la Generalitat con su presidente Quim Torra a la cabeza mantiene su agenda republicana, lo que supondría reincidir en actos que en su día les colocaron fuera del marco que traza la Constitución, el problema presenta la dificultad clásica de la cuadratura del círculo. 

Pero Sánchez va a lo suyo y lo suyo en esta situación es ganar tiempo. Tiempo para consolidar una posición que en las encuestas sobre intención de voto le otorgue ventaja suficiente respecto de su adversarios. Ventaja que cuando estime consolidada le conducirá a disolver las Cámaras y convocar elecciones. Puede que sea mucho antes de lo que algunos piensan.

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