Cartas al director

Ultraje sexual

Ni por que haya pasado el tiempo, que a veces borra demasiadas cosas, uno puede olvidarse de las malas acciones de “La Manada” y otros muchos de la misma cualidad, practicantes del abuso y el desprecio hacia la sociedad.

Han corrido ríos de tinta y ni por esas se ha encontrado ninguna solución eficaz para castigar y mucho menos para mentalizar a esas cabezas en línea equivocada. A veces las tertulias que en los medios se montan alrededor de las desgracias que de forma alterna pero constante se suceden, más bien que para buscar soluciones todo parece que lo que buscan es elevar su cuota de audiencia, y que pasados los días de calentura social todo vuelve a olvido.

Pero quienes no pueden dejarse llevar por esa dejadez son nuestros responsables del orden  en su máxima expresión como son los jueces. Con las sentencias tan benévolas y sin unas medidas contundentes y ejemplares que creen jurisprudencia, para que hagan de verdadera medida disuasoria, la cosa seguirá dándonos motivos para indignarnos más y más. 

Hay múltiples daños que la sociedad recibe cada día, pero para los amigos del desprecio sexual, el Código Penalno llega donde debería. Vamos, que de momento falta el primero que se reinserte, tanto los hechos como los propios encausados lo confirman. Sólo las medidas propuestas por países que sí han querido atajar el problema de raíz, como la castración química o en su defecto un buen apretón de esas glándulas reproductoras entre dos ladrillos refractarios hasta que sean lo más parecido a una hamburguesa, pondrían fin a las ganas de arruinar las vidas de demasiadas mujeres y de paso bajarles los humos y la chulería a toda esa tropa de enfermos. Parte de estos remedios pueden parecer tortura, pero que alguien me diga si lo que hacen ellos no lo es, se supone que para sí querrán el mismo rasero.