ESTADO DE LOS EMBALSES

Vestigios bajo una pertinaz sequía

LOBIOS (OURENSE) 10/11/2017.- La sequía logra que del embalse de Lindoso emerja de nuevo el pueblo de Aceredo. Foto: José Paz
photo_camera Las paredes de las viviendas que a duras penas resisten en Aceredo (Lobios) se mimetizan con el ocre de la tierra; estos días, cuán fantasmal recuerdo, han vuelto a mostrarse.

La sequía que vivimos saca a la luz estos días viejos poblados que quedaron bajo los embalses; entre los más visibles, de nuevo Aceredo, en Lobios, pero también en As Portas y en O Bao han emergido.

En lo alto del viejo Aceredo el ayuntamiento de Lobios ha acondicionado un mirador para contemplar el Embalse de Lindoso; desde allí vemos de nuevo los restos del pueblo. 
Todo el territorio es una cartografía extraña. La tierra se cuartea como la piel de un viejo saurio; líneas retorcidas a capricho nos dicen dónde anduvo el agua.

En Ourense hay 21 embalses, 23 centrales eléctricas, 29 minicentrales, que apuran el agua como si fuera oro, lo es; hoy sufren.

El país de los mil ríos entona una melodía de fatiga y reseco; en pleno noviembre, donde lo habitual es que llueva o nieve, el anticiclón que nos envuelve dice que ni gota, y hace que nuestro reloj biológico parezca otro. Cuando lo normal es que los manantiales se recuperen del estío, hoy es posible cruzar el lecho de muchos ríos como quien transita la senda de un camino; así hay destinos turísticos donde los reclamos consisten en eso, en caminar por vestigios del pasado: siempre fueron muy magnéticos los territorios sumergidos. Para los jóvenes, novedad, para los mayores una forma de revivir en la memoria.

Los embalses fueron las grandes obras de ingeniería del siglo XX, luego las concesionarias hicieron mucho dinero, pero sin ellos la vida de hoy ya no sería. Ourense está lleno de embalses, hasta 21 según recuento; más el de Lindoso, en Portugal. Se han adueñado del paisaje. Algunos piensan que siempre han estado allí; un gran incentivo para el entorno, dicen otros; parajes como Castrelo o Velle hoy no se entenderían ya sin esa visión. Un gran mar de interior, dicen del de As Portas, lo es, pero con la sequía mucha gente lo recorre en grandes caminatas.

El más reciente en construcción fue el de Cenza, en Vilariño de Conso, que se llevó por delante una joya geológica, un valle glaciar de gran magnitud. Muy peleado y próximo, el de Lindoso -enero del 92, entonces llovía a cántaros-; hoy aquellos parajes privilegiados de Lobios y parte de Entrimo están resecos. 

LOBIOS (OURENSE) 10/11/2017.- Cauce del río Limia a su paso por Lobios. José Paz

Al pie del Limia todo resulta un tanto fantasmagórico, un gran cauce sin apenas agua, y ésta, llega como cansada, y no es sólo porque fuera retenida y trabajada antes, en As Conchas y en Salas, que también, pero aquí no le salva ni la riqueza de sus afluentes; poco queda de esa imagen sublimada que es la del embalse de Lindoso. A las concesionarias la Confederación Hidrográfica les obliga a tener un caudal sensato, circunstancia que evita un mayor dramatismo.

En Aceredo, el otrora fértil valle, todo es valle de silencio, donde las voces conjugadas en la distancia reverberan a modo de pensamientos. En lo alto, el ayuntamiento ha instalado un mirador para precisamente sobrevolar con la mirada el lugar (hay ejercicios de pura tautología); desde el otro extremo, en el camino que nos lleva a la frontera, a modo de atalaya, el Novo Aceredo, peculiar reconstrucción de recuerdos con escuadra y cartabón, y los dineros obtenidos de EDP, la concesionaria portuguesa.

Pisar el terreno reblandecido de un embalse otorga al firme un caminar tosco, cada huella es como quien profana la memoria de los moradores. Restos de cerámica, vidrio, aperos, vigas y piedras que no se pudieron llevar más que con el corazón. Cada vez que bajas al viejo Aceredo es como si transitaras también por la memoria, donde fijas cada elemento que dejaste la última vez. En lo alto, desde su caravana, una pareja de británicos allí instalados, contemplan el escenario; ha de llover, dirán.

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