Opinión

Volvería a hacerlo

Francesc Homs, diputado del PDeCAT (de soltera Convergència i Unió) se ha puesto chulo ante el Supremo y ha declarado a propósito de la convocatoria del referéndum catalán, un referéndum que ahora a él le ha dado por llamar proceso participativo que "no me arrepiento, volvería a hacerlo". ¡Uau!, le faltó añadir "son los celos". 

A Homs, cuyo apellido suena a mantra tibetano, hoooms, delante del alto tribunal le salió de repente el lado Alaska y Dinarama que todos los españoles llevamos dentro. La verdad es que desconocíamos esa afición suya por el pop de los ochenta, y desde luego jamás hubiéramos imaginado que uno de sus grupos favoritos fuera a ser precisamente uno de Madrid. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. 

El día anterior a esa histórica declaración, el 27 de febrero, se produjo en las calles de la capital de la que todavía sigue siendo nuestra nación, el milagro de lo que agudamente llamó mi admirado maestro Fernando Ónega "La procesión de san Francesc", en la que el santo de Homs llevado en volandas por sus fieles se plantó ante el Tribunal Supremo con un par para cantar "Els Segadors". Sí señor, yo también voy a hacer algo parecido. Voy a ir a Barcelona, me voy a poner delante del parlamento catalán y voy a cantar "Os Pinos" o "Negra Sombra", que tampoco tengo una preferencia especial por ninguna de las dos. Eso sí, ¡vaya lujazo! Ni la alfombra roja de la gala de los Oscar ni nada. Que se quiten de enmedio los de Hollywood. Aquí sí que hay nivel, tío. Por lo menos Homs y Mas no se confundieron de película como le pasó a Warren Beatty el otro día en Los Ángeles. Esto está bien organizado, chaval. ¿Qué te creías?

Homs y Mas, ungidos y elevados a los gloriosos altares del independentismo catalán se aman locamente como Bonnie & Clyde (Faye Dunaway y Warren Beatty respectivamente), y al igual que ellos han decidido que lo mejor es una huida hacia adelante. Es lo que le pasa a la gente enamorada, que son como los amantes de Teruel: tonta ella, tonto él. Vale. Confiemos en que no acaben como los de Tejas, acribillados en una carretera cutre y medio abandonada del estado de Luisiana. O peor, que no acaben atropellándose el uno al otro, que eso también podría ocurrir. Como en la canción de Alaska que tanto gusta al señor Homs: "La calle desierta, la noche ideal. / Un coche sin luces no pudo esquivar. / Un golpe certero y todo terminó entre ellos de repente. / Ella no quiso ni mirar. / Nunca daría marcha atrás. / Una y no más santo Tomás". 

Bueno, supongo que en ese caso la víctima, fuera la que fuera, pensaría: "¿Cómo pudiste hacerme esto a mi? / Yo que te hubiera querido hasta el fin. / Sé que te arrepentirás".

Claro que entonces ya será tarde para eso.

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