Acabada la época estival, parece que los hosteleros insisten en invadir las aceras con las mesas y sillas de sus terrazas. Si uno tiene que pasar por la calle Valle Inclán, lo va a tener difícil con los asientos vacíos. Cuando haya gente, nos veremos obligados a cruzar para seguir nuestro camino. Incluso es peligroso para los clientes, que estarán sentados prácticamente encima del semáforo. Esta práctica tiene que para ya.
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