Opinión

Hacia "A familia de Pascual Duarte" (Vigo, 1962)

Finalizando el mes de enero de 1962 se publica, impresa en los talleres Faro de Vigo, la primera edición de “A familia de Pascual Duarte”, con traducción de Vicente Risco, prologo de Ramón Otero Pedrayo y dirección editorial de  Fernández del Riego. La edición lleva como ilustraciones 18 dibujos de Rafael Zabaleta (1907-1960). La historia de las ilustraciones, que ocupará una próxima variación, es al menos tan interesante como la propia de la traducción al gallego de la opera prima de CJC, en la que el escritor pensó por primera vez diez años antes de ver la luz, exactamente el 10 de octubre del 52, cuando le describe el proyecto a su gran amigo, el escritor coruñés Carlos Martínez Barbeito (1913-1997), quien tanto hizo en los años 40 desde su residencia barcelonesa –era consejero de la Metro Goldwyn Mayer Ibérica- para poner a CJC en la órbita de los editores catalanes. Escribe Cela: “Mi Pascual Duarte, como tú sabes, está traducido, no a todas, ciertamente, pero sí a la mayor parte de las lenguas europeas. Queda una, sin embargo, que me ilusionaría sobre todas las demás y esa lengua, quizás te lo vayas tú imaginando, es el gallego. No es libro gallego, por su tema –nadie lo piensa- aunque sí por su autor. Por otra parte, una cultura que se precie –y la nuestra, al menos, procuramos apreciarla nosotros- gusta de incorporar a su bibliografía aquellos libros que, por las causas que fueren, si estas causas son de orden intelectual, han tenido cierta repercusión por esos mundos abajo. ¿Tú no crees que quizás a los Bibliófilos Gallegos, en su colección Galicia, les pudiera interesar editarlo? […] De la traducción me ocuparía yo, aunque de ti recabaría -¡perdóname!- un prólogo de presentación”.

La voluntad de Cela fue gestionada de inmediato por Martínez Barbeito, quien se puso en contacto con Felipe Cordero, gerente de Bibliófilos Gallegos, cuya dirección ostentaban Sánchez Catón y Filgueira Valverde. Tras consultar entre ellos, Bibliófilos transmitió a Martínez Barbeito que su parecer era desfavorable por unanimidad a la traducción. El escritor coruñés escribe a Cela (29-X) y le dice que le han comunicado que “su parecer era contrario a la publicación de versiones del castellano al gallego, y sobre todo de autores actuales”. En la carta añade que siente mucho que su gestión no haya fructificado y que con mucho gusto hubiese escrito el prólogo que le ofrecía. Cela le contesta muy apenado dos días después y argumenta su desconsuelo desde una razón que vertebrará su ideario respecto a la cultura gallega a lo largo de muchos años, al menos hasta 1975: “Esta cuestión de principio es que me niego, en redondo, a admitir dos cosas: que las culturas sean compartimentos estancos, y que sea ‘poco conveniente’ traducir del castellano al gallego. Ni política ni intelectualmente se me alcanzan los motivos. Y pienso que en esto los catalanes nos dan ciento y raya. En fin, ¡allá ellos!”.

Lo sorprendente (aunque Cela siempre resiste para conseguir sus propósitos) es que en esa misma fecha (31-X) escribe a Otero Pedrayo para comunicarle al “maestro y amigo” que está preparando una edición en gallego del Pascual y que “ni que decir tiene que esta edición, sin un prólogo-presentación de usted, no tendría objeto”, para finalmente rogarle “esas líneas que sirvan de prólogo a mi libro”. Otero acepta (10-XI) con palabras de simpatía: “Haré el prólogo con un sentimiento de agradecida recompensa”. Cela no oculta su entusiasmo y le contesta (13-XI): “Su prólogo ha de significar para mi edición gallega lo que el de Marañón valió para la castellana”. El prólogo estaba en marcha. El 3 de enero del 53 acusa recibo del mismo, y ese mismo día escribe a Vicente Risco para pedirle que traduzca la novela, a la par que le cominica que encargará las ilustraciones a Laxeiro. El maestro Risco le remitirá su trabajo a comienzos del otoño del 55. Cela recibe la traducción en Palma el 5 de octubre: “Su Pascual, mi querido don Vicente, es magnífico”. Quedaba, sin embargo, un largo trecho, en el que serían básicas las maniobras de Fernández del Riego,  hasta 1962.

Cela, a pesar de una actividad desbordante – nuevos libros, colaboraciones en prensa, viajes a Hispanoamérica- no olvida el despecho de Bibliófilos Gallegos y más aún insiste en intensificar su querencia por una Galicia pujante, actual y europea. De ahí que aproveche el centenario (1951) y sus alrededores del nacimiento de Emilia Pardo Bazán para redactar una conferencia, leída, con variantes, en mayo del 51 en el Centro Gallego de Madrid y en marzo del 53 en el Centro Gallego de Barcelona, en la que sostiene con meridiana claridad su pensamiento acerca del presente y del futuro de Galicia, utilizando como espejo la síntesis de tradición gallega y modernidad europea de la autora de “Los pazos de Ulloa”.

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