Opinión

Sonrisas y lagrimas de Cataluña

Esto de Cataluña ha llegado a tal grado de esperpento, de situación kafkiana, que pensaba que ya no me iba a asombrar por nada, pero hete aquí que sí, que la realidad supera a la imaginación y aún es posible la sorpresa. El otro día todos pudimos ver unas imágenes de televisión en las que aparecía Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), en una entrevista en Catalunya Radio, emocionado y con los ojos llorosos porque no se declara la independencia de Cataluña, es decir, porque Artur Mas no la declara. Este lloro emocionado de Junqueras representa las “lágrimas” de Cataluña. 

Las “sonrisas” se reflejan en la imagen de los jugadores de la Unió Esportiva Cornellá (como todo el mundo sabe es un equipo de futbol barcelonés), saltando de alegría porque les tocó el Real Madrid en el sorteo de la Copa del Rey. Y no sólo saltaban, sino que además coreaban, “sí, sí, sí, nos vamos a Madrid” y “nos ha tocado el gordo”. Y como la suerte es caprichosa a los del Centre d’Esport L’Hospitalet (también catalán) les tocó el Atlético de Madrid. Claro que lo que es una alegría para los jugadores del Cornellá y del Hospitalet se convertiría en una tristeza si Cataluña se independizase y se acabasen los duelos futboleros Madrid-Barcelona o Barcelona-Madrid, que tanto monta o monta tanto, que se decía en la época de los Reyes Católicos (los que recibieron en abril de ¡1493! a Colón ¡en Barcelona! para que les contará que había descubierto América). Y conste que si se acabasen esos Barcelona vs Madrid, toda España estaría triste, incluida Cataluña. Es decir, que si se independizase Cataluña los del Cornellá y los del Hospitalet se quedarían con un palmo de narices y ya no podrían corear “sí, sí, sí, nos vamos a Madrid”, a no ser que ganasen la liga catalana y jugasen la Champions, pero en ese caso sería un duelo internacional entre el Cornellá y el Real Madrid, es decir, un exespañol y un español. 

Estos dos ejemplos dejan claro que existen dos Cataluñas, la que se quiere independizar y la que está deseando jugar la Copa del Rey, y a ser posible en Madrid mejor que en Bilbao, Sevilla o Vigo, por poner tres ciudades tan acogedoras como Madrid. Ver a Oriol Junqueras emocionado y lloroso porque no se declara unilateralmente la independencia de Cataluña me produce un sentimiento de pena; aclaro, me da pena él, porque mira que no hay cosas por las que emocionarse y llorar, por ejemplo por los desahuciados de sus casas, por los que están en paro, por los que están enfermos, por los casos de corrupción, e incluso por el descomunal déficit publico que creó Esquerra Republicana cuando gobernó la Generalitat y que dejó a Cataluña desangrada económicamente. Claro que a lo mejor de ese enorme déficit económico viene ahora esta enorme ansia de independencia. Ya lo dice el refrán, “de esos polvos vienes estos lodos”. 

Entre las emociones y los lloros de Oriol Junqueras y las alegrías de los jugadores del Cornellá, yo me quedo con estas últimas porque me parecen más reales, más a flor de piel, más sanas, más auténticas y más espontáneas. En fin, que tal vez la emoción y el lloro de Junqueras también se deba a que, en el fondo y aunque no lo reconozca, se da cuenta de que van camino del precipicio, y que lo que han hecho, sobre todo últimamente, ha sido marear la perdiz; aunque yo creo que la han mareado tanto, tanto, tanto, que tal vez no les queden ganas de volver a montar en esta noria del independentismo en unos cien años. 

Es mucho mejor alegrarse como lo han hecho los del Cornellá y corear, “sí, sí, sí, nos vamos a Madrid”, que estar triste y lloroso porque no se independizan. Hay que llorar por lo que hay que llorar, o sea, por el sufrimiento ajeno, que no se va a solucionar con la independencia. Seguro que los catalanes dejarán atrás la Cataluña de las lágrimas y los desvaríos de Junqueras y compañía y sacarán adelante la Cataluña de las sonrisas y del progreso de la mayoría silenciosa.

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