Opinión

La nueva realidad territorial

Durante años había oído predicar la disolución de las diputaciones y la necesidad de aunar ayuntamientos, unificar comarcas naturales y/o políticas, haciéndolo en virtud de la obsolescencia de las provincias trazadas en 1853 de acuerdo con la realidad política y/o territorial de entonces, pero ya no con la de ahora. Han quedado obsoletas, anticuadas.

A todo ello había que añadirle la consideración de que, existiendo una nueva realidad política, la de la autonomía gallega, es decir la existencia de un gobierno gallego que podría atender muy bien la nueva realidad surgida después del despoblamiento del rural y de la no sé si maléfica inclinación de los habitantes del nuestro y galaico a abandonar una forma milenaria de ocupación territorial optando por el abandono del lugar y de la aldea para ir a vivir en los márgenes de las carreteras próximas a las ciudades o a las villas, ese gobierno gallego, se decía, podría atender muy bien a la distribución del dinero de los presupuestos, dedicación principal en la que viene consistiendo el trabajo de las diputaciones con independencia, eso sí, de que este reparto esté dirigido, fundamentalmente, a los ayuntamientos que luzcan los propios colores partidarios más que a los contrarios. 

España, Galicia con ella o en ella, es otra muy distinta a la de 1853. Este hecho debería ser suficiente. Sin embargo no lo fue, no lo es y no lleva traza alguna de llegar a  serlo para que las diputaciones desaparezcan de una bendita vez, para que se creen nuevos ayuntamientos o, en fin, para que la nueva realidad territorial sea la que corresponda los tiempos actuales. El caso es que, durante años, yo había estado atento a esa prédica y no solo me la había creído sino que incluso creí llegado el momento de ponerla en práctica. Sucedió hace ya bastantes años, tantos que a finales de este se cumplirán los treinta de haber dejado mi ingenuidad, una vez más, puesta en evidencia. 

Generalmente ni me acuerdo de que formé parte del gobierno de Galicia pero, hace ya unos días, vino a recordármelo una entrevista hecha a la actual presidente de la Diputación pontevedresa, apasionada usuaria de las redes sociales, mucho de Twitter y, al parecer, nada de Snapchat según convenientemente y a tiempo  indicó su jefa de gabinete. Ella se basta para justificar la existencia de tan obsoleto organismo como el que ella preside -cuya "historia es algo triste y estuvo basada en el caciquismo"- para afirmar que "es imprescindible un organismo intermedio entre los concellos y la Administración central que pueda garantizar los derechos y servicios de estos ayuntamientos". Toma castaña y argumentación política de peso.

El total de la entrevista que firma Jorge Casanova viene ilustrada con una caricatura de Pinto&Chinto en la que se puede ver a la señora presidente de la Diputación provincial pontevedresa a caballo del pajarito de Twitter como si fuera Pegaso, el caballo de los sueños en el que, según doña Patrocinio Armesto, a la sazón profesora de Ciencias Naturales en el Instituto de El Posío. cabalga yo durante sus clases con demasiada frecuencia. Y en algo acertó Doña Patro que, ya ven, salí escritor y sin remedio.

El caso es que Doña Carmela Silva, que así se llama la aludida -con mucha menos razón de la que doña Patro echó mano para describir mi ocupación favorita- usó para su toma de posesión como presidente, la canción de Bod Dylan "Los tiempos están cambiando", hecho que denota un enorme sentido del humor y cuyo conocimiento vino a recordarme mi vieja y fugaz dedicación a la política ejecutiva durante los dos años y pico en los que la ejercí, creo que incluso sin haberme apeado debidamente de Pegaso.

La digo así porque, en momento y lugar indicados aunque al parecer inoportunos, pregunté, ¡Oh, ingenuo de mi! cuando acabábamos con las diputaciones. Lo hice así en virtud de las consideraciones que ya quedan expuestas y aun de otras que venían a mayor abundamiento. La respuesta recibida me dejó algo helado. "¡Cala, coño, que agora temos a d'A Coruña!" Se me dijo entonces. Seguimos en las mismas. Decían los "situacionistas" allá por el 68 que "todo poder es de derechas" pues todo poder tiende a conservarse en el ejercicio de sus funciones. Más si en vezs de una se tgienen dos diputacoiones, claro.

¿Sobran las diputaciones? ¿Sobra la administración periférica del Estado? ¿Es necesaria una administración europea que aplique las directivas de Bruselas o es suficiente con la propia administración española para llevarlas a cabo? ¿Sería, por lo tanto suficiente con la administración autonómica para aplicar la legislación surgida del Congreso y del Senado, o sigue siendo insustituible la administración central para llevarla cabo? Déjenme que lo diga de otro modo: el galleguismo, el de Piñeiro, seamos claros, no el nacionalismo, apostó por una Administración Única en su momento y abogó por la supresión de las diputaciones. Allá va un cuarto de siglo, casi nada, y seguimos en las mismas. Ahora Pegaso tiene forma de pajarito azul y en A Fonsagrada el cielo está lleno de estrellas. Mira tú que bien. Al parecer, fuera de ahí, sigue siendo noche oscura.

Te puede interesar