Sin hacer demasiado ruido, un chico nacido en New Braunsfels, una ciudad a pocos kilómetros de San Antonio, en el corazón de Texas, llegó a Ourense con fama de buen tirador y después de ser uno de los mejores jugadores de un equipo no demasiado importante en la NCAA, un jugador llamado Kyle Hittle.
Y es que con titanes como Wilkins, Robinson, Moses Malone o George Gervin jugando como quien dice a la puerta de casa, el baloncesto tuvo que ser el deporte elegido, por tradición y títulos.
La discrección con la que llegó, quizá su mejor aliada, ayudaron al crecimiento de Hittle, que ha ido mejorando su rendimiento y físico de forma exponencial con el paso de las jornadas. Ahora, tras superar un bache de mitad de temporada, llega para el momento clave, la hora de la verdad.
Trabajo, trabajo y trabajo, dan como resultado 20 puntos anotados ayer ante el Breogán.
El esfuerzo no se negocia y el mejor el premio es ser aclamado por el siempre exigente Pazo.
Algunos no llegan, el tejano ya lo ha conseguido a base de triples.
