Opinión

No llores por mí, Eslovenia

El movimiento político y social del presidente argentino Juan Domingo Perón obtuvo un gran eco internacional. Marcó un hito en la historia de su país a raíz de la muerte de su esposa Evita Duarte Perón. Las dos etapas del peronismo, antes y después de la muerte de Evita, definieron las múltiples caras de este gran movimiento político. Es clave para entender la historia  de Argentina. Bajo la tutela de su segunda esposa, Isabel, conocida como Isabelita, Perón adoptó el más rancio discurso nacionalista: poder económico, alianza con las oligarquías del país, prepotencia racial, exclusión de clases. Isabel Perón, quien conoció a Perón en 1955 durante su exilio en Panamá saltó de secretaria a la presidencia de Argentina. En 1961 se exilian en España y lideran una radical visión sobre el futuro de su país. 

Durante un periodo de luces y de sombras, al borde del mito, se encumbra la figura de la frágil Evita, muerta prematuramente. Versiones cinematográficas, operetas, musicales, consagraron su legendaria figura aupada por una sentimental elegía convertida en dicción popular: «No llores por mí, Argentina». El melancólico sentimiento de una muerte anunciada se funde con el sentir de un pueblo que idolatró a su Primera Dama. La ferviente canción, compuesta por Andrew Lloyd Webber, texto lírico de Tim Rice, evoca un emotivo discurso que desde el balcón de la Casa Rosada dirige Evita a una gran masa de ciudadanos. Escuchan su delgada voz celebrando la victoria de su esposo en las elecciones presidenciales de 1946. La célebre canción fue la piedra angular para exitosos musicales y posteriores versiones. Una de ellas, la magistral de Paloma San Basilio: "No llores por mi Argentina / Mi alma está contigo / Mi vida entera te la dedico / Mas no te alejes / Te necesito". Aquella frágil dama siguió reinando en la memoria melancólica de su país, muchos años después de morir. 

De origen humilde (hija natural), coqueta, locutora de radio, fulgurante modelo, Evita vestía con elegancia; una pose en busca de la admiración de los que más tenían y del aplauso de los que nada tenían. El símil es fácil de establecer. Lo marca la futura primera dama en la Casa Blanca, Melania Trump, natural de la ciudad de Sevnica, Eslovenia, treinta y pico años más joven que su marido, escultórica belleza que enamoró locamente a su Donald. Lo conoce en el reality show, «El aprendiz», que presidía el electo presidente. Contó con una gran audiencia.

 El siguiente paso es no menos sorprendente. Lo marcó un titular del Financial Time’s británico: "Donald Trump, el nuevo Perón de los Estados Unidos". Ambos casados en tres ocasiones; descamisados patriotas, voceros sin una coherente ideología, populistas y simplemente maniqueos. La proclama de Perón: ‘nada mejor que Argentina para los Argentinos’ es, en boca de Donald: ‘todo por el bien de América’, o simplemente ‘América para los americanos’. Fanfarronería, desparpajo, discursos estridentes y ambos figuras del macho Alpha.

Tal vez el reto mayor para Melania, que no lo fue para Evita, es el asentar su influencia y diplomacia como Primera Dama en la Casa Blanca. Le han precedido destacadas figuras. Marcaron notables señas de identidad en el imaginario del ciudadano norteamericano. Durante una larga década (1933-1945) Eleonor Roosevelt se implantó como la primera gran dama a la sombra de su marido Franklin D. Roosevelt, que se mantuvo como Presidente durante cuatro críticos periodos en la historia de los Estados Unidos. Eleonor procedía de una distinguida familia (los Roosevelt y los Livingston). Un ataque de polio dejó físicamente debilitado a su marido, contando con Eleonor como apoyo moral, político y como su voz. Configuraba sus discursos formando un dúo en el diseño de los programas del país. Uno de ellos, el famoso New Deal. No menos destacó la figura de Jacqueline Kennedy, por su elegancia, juventud y buen gusto. Pese a su desvanecimiento como gran figura pública a raíz de su segundo matrimonio con Aristóteles Onassis, marcó una forma de ser y estar aun presente en la memoria de su país. Nancy Reagan fue gran pionera contra el uso de las drogas. Y más reciente, la inteligente y sumamente culta Michelle Obama deja una señalada marca en su política sobre la desnutrición infantil a nivel internacional.

Contrastan con la pose desnuda en que apareció Melania en la revista inglesa GQ como atractiva modelo. No menos relevante es su marcado acento en inglés; ser la tercera esposa de Donald Trump. Al igual que Perón, Trump se casó tres veces. Precede a Melania la checa Ivana Zelnícková, seguida de la estadounidense Marla Maples. Melania será la segunda Primera Dama nacida fuera de Estados Unidos. Lo fue previamente la inglesa Louisa Adams, esposa del  presidente John Quincy Adams. Y será Melania la Primera Dama nacida y educada en un país comunista. Eslovenia formaba parte en 1970 de la extinta Yugoslavia regida por el dictador Tito Josip Broz. Pero ‘toda comparación es odiosa’ (Don Quijote II, 23). Tal vez esta no lo sea menos. 
(Parada de Sil)

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