Opinión

Román Ferreiro, siempre en flash-black

José Román Ferreiro se quedaba literalmente sin respiración al mencionarse el nombre de Orson Welles. Era el éxtasis de aquel ourensano de sabiduría humilde, hombre culto, excelente pedagogo, de bondad franciscana, que fue pieza fundamental -de la mano de Eligio Lameiras- del primer cine club de largometraje en la historia de la ciudad. De intensa e ininterrumpida actividad a lo largo de la “década de las ilusiones”, los 60.

Formábamos una directiva de coalición, miren por donde, de católicos progresistas y criptomarxistas, a la luz blanquinegra de las sesiones –coloquio en salas gélidas-, las mañanas del Ourense de noche y niebla.

Hicieron off sucesivamente Carlos Vázquez, nuestro presidente y propietario de la librería Tanco del Paseo; el impagable Juan José Quevedo, también maestro de belenes; hace poco Ramón Luis Acuña, y ahora Román. Quedamos, en las últimas secuencias, Eligio Lameiras, Lito Domínguez, Alberto Alonso Antón, Luis Fernández Anguiano, Segismundo Bobillo y el que esto escribe. Pero los que se hallan fuera de campo no se borran de nuestra persistencia retiniana.

Román Ferreiro no llegó al The End porque volverá como todos nosotros en eterno flash-back, desde el reino de Lumière.

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