Opinión

La economía familiar, al ralentí

Galicia ha cerrado el primer trimestre con un crecimiento del 0,6%, lo que representa dos décimas menos en relación al trimestre anterior, y también con respecto a la media nacional, que en ambos casos se situó en el 0,8% según el INE. Pero lejos de los grandes números de la macroeconomía, con la que nos bombardean día sí y día también, constato que la realidad de las economías domésticas familiares es otra bien distinta. Así, y en nuestro entorno más cercano, observamos cómo la mayoría de las familias no es que lleguen justas a fin de mes, sino que llegan como buenamente pueden, es decir, en precario por ser suave.

Salarios congelados o disminuidos en estos últimos años, una carga tributaria local, autonómica y estatal asfixiante, y una temporalidad laboral que vuelve a reflejarse en los datos oficiales son una parte importante de esta situación que ha empeorado en este primer cuatrimestre. Y pongo por ejemplo los últimos datos del Servicio de Empleo Público Estatal, que nos dicen que el 26,5% de los contratos laborales firmados durante el mes de abril duraron menos de una semana, y que prácticamente la mitad (46,7%) fueron de menos de tres meses. Con lo que el 90% de los contratos firmados fueron temporales. Pero no sólo sufren los asalariados, sean del sector privado o público, sino también las pequeñas y medianas empresas. De esta forma y tomando como referencia datos del IREF que calcula la contribución fiscal total de las pymes europeas, resulta que en España, el 58% del beneficio antes de impuesto va a parar al pago de Impuesto de Sociedades, IVA y cotizaciones sociales, veinte puntos por encima de la media europea, una barbaridad que lastra cualquier cuenta de resultados.

¿Y cuál es nuestra realidad en este contexto? Pues para empezar, mi provincia Ourense tiene los ingresos medios por hogar más bajos de las cuatro gallegas, y como contraposición tenemos el porcentaje más alto de ingresos por prestaciones, hasta un 41,89%, según el IGE, lo cual refleja nítidamente nuestra dependencia de nuestros pensionistas y esto no es nada positivo, ni para ellos ni para nosotros. Y a esta coyuntura general, hay que añadirle la problemática particular de momentos puntales, como por ejemplo, los que están sufriendo cientos de familias que viven de la agricultura y que las recientes heladas los han derivado a una situación económica delicada. Ahí es donde las administraciones deberían estar ágiles y, como es de costumbre, ni lo están ni se les espera.

Precisamente por ello y por nuestra debilidad económica, social y demográfica, debemos reclamar unos presupuestos generales del Estado que se ejecuten en su totalidad. Ya no es tolerable anuncios a bombo y platillo que se incumplen una y otra vez con nuestra provincia. Reclamar planes de choque económicos para Ourense que contribuyan a generar y fortalecer a las empresas como generadoras de empleo estable y de calidad. Y reclamar una bajada de la presión fiscal para reactivar la economía local. Y por supuesto reclamar también que la misma generosidad económica que se ha tenido recientemente con Cataluña y el País Vasco se tenga con nuestra provincia, simplemente por igualdad y ética. 

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