Opinión

Miremos hacia delante

El 25-S nos deja lecturas nítidas, sin ambigüedades. Un partido popular, al cual felicito por sus contundentes resultados, y a las demás formaciones políticas también, por haber intentado un cambio desde sus legítimos posicionamientos. Aunque con matizaciones, ya que aquellas formaciones que habían originado expectativas reales de representación y han fracasado inexplicablemente, no sólo deben practicar una sincera autocrítica, sino también deben dimitir de inmediato aquellos que afrontaron una responsabilidad y solo han cosechado el más absoluto de los fracasos, por lo que cada palo que aguante su vela. Pero este 25-S nos deja también nombres propios, como el de Ana Pontón, que ha logrado salvar los muebles de un BNG que se despeñaba sin control hacia el abismo de lo políticamente irrelevante. Y el de un fracasado PSOE, que con un líder nacional que intenta llegar a acuerdos con el radicalismo nacionalista ha tenido su "peaje"en las urnas gallegas por semejante intento de pacto anti natura. O el de unas Mareas que se han quedado en una ola como tantas otras. 

Pero como dije en mi opinión del lunes anterior, Galicia necesitaba un gobierno sólido, estable y con la mayoría suficiente para construir la bases de una verdadera y tangible recuperación. Un gobierno con normativas claras, agrupadas, concretas, legibles, ágiles y trasparentes, que retornen forjando presente y asentando nuestro futuro. Un gobierno con un programa conocido, contrastado y realista que contribuya verdaderamente a solucionar los problemas de la sociedad gallega. Y no, no valían experimentos políticos virtuales, ni gobiernos bipartitos, tripatirtos o de multitud de formaciones políticas que ni entre ellos se entienden, ni los entendemos. Y así lo han dejado claro los gallegos en el día de ayer. 

Como todos conocemos ya los resultados electorales, y porque no se trata de hacer leña de ninguna formación política por sus resultados, creo que ahora todos, cada uno desde su ámbito, debemos mirar hacia delante y ayudar a construir una Galicia con un verdadero proyecto social y económico que nos devuelva a los gallegos nuestra perdida calidad de vida con todo lo que ello supone. Ese y no otro tiene que ser el objetivo y la verdadera razón de ser de todos y para todos. Y esto es lo que pienso, aunque a veces suene a ser políticamente incorrecto, pero es lo que defiendo y lo que creo más conveniente para el interés general, ya que mi única y exclusiva lealtad es para mi tierra, Galicia, y en especial para mi provincia, Ourense.

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