Opinión

¿Qué está pasando con nuestra sanidad?

El deterioro de la sanidad pública gallega es evidente y contrastable por cualquiera de nosotros. Es totalmente evidente que existe desde hace tiempo una pérdida de calidad y una sobrecarga en la atención sanitaria, así como unos tiempos de espera inadmisibles e inasumibles. Y la pregunta es: ¿cómo se ha llegado a esta situación? Y sobre todo: ¿qué piensa hacer la Administración autonómica, de una vez por todas, para darle solución a un problema que no para de crecer? 

La más que reducida inversión en recursos humanos está, entre otros motivos, derivando a la sanidad de todos los gallegos hacia un colapso anunciado. Si los mismos profesionales de la sanidad nos están advirtiendo, por activa y pasiva, de este gravísimo deterioro de la sanidad gallega, es totalmente injustificable la pasmosa irresponsabilidad pasiva de sus máximos responsables por solucionar la primera preocupación de cualquier persona, su salud.

Constato que seguimos acumulando demasiadas incertidumbres. Ninguna economía de país puede consolidarse y avanzar en un mar de incertidumbres políticas y sociales. Y mientras los problemas del día a día siguen amontonándose, los partidos políticos a lo suyo, es decir, a laminarse internamente entre ellos como principal pasatiempo y como disfraz de su incompetencia. Y ahí tenemos a los de Podemos o Mareas, o esa mezcla de siglas que ya nadie entiende, enfilando el camino de los juzgados para salvar lo insalvable. Le sigue un PSOE ourensano que, para no perder su ya consolidada costumbre de los últimos años, se dedican en exclusiva a autodestruirse entre ellos mismos en sus repetitivas y cansinas batallas cainitas. 

Pero prefiero quedarme con lo positivo de estos días, aunque solo nos beneficie a los ourensanos directamente. Me refiero al desbordante, fastuoso y magnífico alumbrado de Navidad que luce en todas y cada unas de las calles de mi ciudad, Ourense. No hay barrio ni zona del perímetro rural ni calle semicentrica, donde el poderoso y superabundante alumbrado no deje de iluminar la noche ourensana con una intensidad y unos destellos de luz que nos podrían recordar al más cálido día de agosto. Desde luego los que aquí vivimos, no recordamos año igual. ¿El alumbrado de Navidad de Vigo? Insignificante y sin parangón ninguno en comparación con el nuestro. Hasta la ciudad de Las Vegas debería mandar un observador para estudiar semejante derroche de medios y luces.

Finalizó hoy intentando leer, lo más rápidamente posible, algún libro sobre masoquismo extremo para entender algunas cosas mejor. Pero qué gran país el nuestro, y qué altruistas y generosos somos, que hasta pagamos con los dineros de nuestros pírricos impuestos los insignificantes sueldos de los que dicen ser nuestros representantes públicos políticos.

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