Opinión

Reducción de los 
impuestos municipales

Me preocupa un posible incremento del IBI en los ayuntamientos en un contexto de debilidad económica de las familias. Los tipos impositivos para los IBI son elevados, por lo que es necesario aliviar y reducir la presión recaudatoria a las familias, reduciendo el IBI un 10% y manteniéndolo congelado los próximos años, no aplicando la actualización correspondiente.

Y esto lo manifiesto porque el Ministerio de Hacienda prevé la actualización al alza de los valores catastrales el próximo año, tal y como recogen los Presupuestos Generales del Estado del 2015. Esta revisión puede llevarse a cabo a petición de los propios ayuntamientos o de oficio. Y destacando que el programa de Hacienda para 2015 prevé la aplicación de coeficientes de actualización para aumentar los valores catastrales. Se debe recordar que el artículo 32.2 del texto refundido de la Ley del Catastro Inmobiliario contempla que las leyes de presupuestos generales puedan actualizar los valores catastrales de los inmuebles urbanos mediante la aplicación de coeficientes en función del año de entrada en vigor de la correspondiente ponencia de valores total. Pero la revisión al alza del valor catastral de los inmuebles acaba siempre afectando al bolsillo de los ciudadanos cuando pagan el impuesto sobre bienes inmuebles (IBI). Tributo que grava los bienes inmuebles y que deben pagarlo las personas que sean propietarias o usufructuarias de una vivienda.

El IBI se regula en función del valor catastral fijado por Hacienda según el valor del suelo y el valor de la construcción y de las ordenanzas fiscales de cada ayuntamiento, que fija sus tipos impositivos y las bonificaciones aplicables. Defiendo esta reducción del IBI ante la constatación de que la carga de la deuda pública y privada que recae sobre la ciudadanía y que soportamos en su conjunto sigue siendo demasiado alta. Debemos saber que el total de la deuda pública y privada de Chipre e Irlanda es del 400% de sus productos interiores brutos, y más del 300% en España, Portugal y Grecia. Estos son los incontestables datos a los que debemos poner remedio si no queremos caer en una nueva recesión que sería mortal, económicamente hablando, para un gran porcentaje de familias y de actividades económicas.

Nuestra economía sigue siendo débil porque no hay crédito nuevo: los préstamos de los bancos se redujeron en otro 1,8% en el año a finales de junio en la zona euro. Por lo que en nuestro país necesitamos que los balances de las entidades financieras se reestructuren y los fallidos sean amortizados. De esta manera, las empresas y hogares viables y solventes deben ser capaces de tomar prestado, para poder financiar la inversión productiva, con lo cual la economía crece y la carga de la deuda cae. Pero para ello los bancos deben contabilizar sus préstamos con valoraciones realistas y conseguir el capital necesario para absorber las pérdidas, por lo que necesitan tener acceso a un régimen de insolvencia sólido que les permita reestructurar rápidamente la morosidad.

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