Opinión

Le pedí a Dios

Una bicicleta, pero sé que él no funciona así. Entonces robé una y luego le pedí perdón", lo dicho por Al Pacino, no es, sin lugar a dudas, la descripción más académica de lo que puede ser un derbi o clásico como el que hoy se disputa en el Pazo, pero sí un reflejo de intenciones. Irreverente, cardinal... resolutivo ante una situación limite donde se cruzan emociones, fracasos, éxitos... alegrías y hasta lágrimas.
Y no puede darte igual "si no es que estás haciendo las cuentas mal" que diría A. Einstein. Aquellos más osados se atrevieron a dar el primer paso. Ahora solo cabe apoyar. ¡Queremos la ACB!. Pero más queremos liberar a nuestro COB de las manos de aquellos vanidosos que lo había raptado en tiempos de oropeles imposibles de costear. Y esa liberación, ¡es posible! No lo digo yo. Lo dicen los aficionados que partido a partido acuden al Pazo.


"Lo único que no podemos controlar es a la afición", se exasperaba aquel gerente, de antaño en sus modos y maneras, ante la avalancha de aficionados ourensanos que se habían desplazado hasta Lugo en un "caldeado" cruce de permanencia. Ahí radica la fuerza.
Son muchas las ocasiones, a lo largo de la temporada, en las que, Álex, mi joven compañero de asiento, reflexivo a la vez que escéptico, me pregunta si "algún día se llenará el Pazo" . Con la ilusión en su rostro me comenta "por lo que me tiene dicho mi tío, Quique, tiene que ser la leche". Intento explicarle que es como la alegría que él sintió aquel día que anotó cuatro triples en un partido o ganaron la Copa Diputación ¡multiplicado por 5.000 o 6.000!


El martes me llamó para decirme que ya tenía su entrada para "ver el Pazo a tope" y además como vendría sus amigos Carlos e Iván que "son del Breo", seguro que "¡va a ser la leche!".

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