Opinión

Hilary hace historia

Hilary Clinton será, salvo sorpresas, la candidata de los demócratas y rival de Donald Trump en la carrera hacia la Casa Blanca. Hace historia porque es la primera vez que una mujer tiene serias posibilidades de convertirse en la primera presidenta del gigante de América, aunque no por ser la primera candidata. Ese título ya lo tuvo Victoria Woodhull. En 1872 esta pionera de los derechos de la mujer se presentó como líder del Equal Rights Party, pero no tenía la edad mínima para acceder a ser candidata presidencial (35 años) y no consiguió ningún voto electoral. 

Hoy -y de aquí a noviembre, fecha de las elecciones presidenciales en USA- eso ya no importa aunque, probablemente, si Hilary se sienta finalmente en el despacho oval será gracias a miles de mujeres que fueron derribando una a una las barreras que frenaban (y lo hacen aún hoy) la plena participación femenina.

Cuando era jovencita todo lo que venía de USA nos parecía producto de un estado invasor e imperialista, sin reparar en que este nuevo continente, fruto de las mezclas de razas y religiones, idiomas y costumbres, siempre ha sido un hervidero de contradicciones que le han permitido avanzar, estar a la vanguardia y encabezar los cambios. 

Son muchos los americanos que han definido a los Estados Unidos como el país donde todo es posible. Demostraron que 50 años después del fin del Apartheid, un negro podía jurar ante la bandera para ser el presidente de los americanos. Por lo tanto es muy posible que en noviembre de este año vuelvan a hacer historia llevando a la primera mujer a la Casa Blanca.

Sin duda es un paso histórico pero no por ello la representación femenina en la política mundial deja de ser la asignatura pendiente. De los 194 países del mundo sólo hay jefas de Estado o de Gobierno en 21. Sólo 8 mujeres gobiernan en Europa, en América Latina sólo tres. El desequilibrio es también patente en los parlamentos. Las mujeres ocupan el 22% de los escaños nacionales. Existen estados donde ni siquiera llegan al 10%, como es el caso de Japón, Nigeria, Panamá e incluso Brasil, pese a contar con Dilma como jefa del Estado, por ahora.

Y qué decir de las elecciones que tenemos a la vuelta de la esquina. Ninguna candidata encabeza las listas al congreso de los principales partidos. Algunos, como si quisieran lavar las conciencias, se reúnen con mujeres de todo origen y condición, cumplen con el lenguaje no sexista a raja tabla y prometen dinero para luchar contra la violencia de género y la brecha salarial, pero la realidad es tozuda: no hay mujeres entre los principales candidatos y las cabezas de lista son escasas.
Por tanto no nos quedemos en los titulares ni en la foto de rigor. La imagen de Hilary en el despacho oval será -si los americanos quieren- histórica, pero no dejará de ser una excepción que seguirá confirmando la regla.

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