Opinión

Persona del año

No lo había sido antes? Esto es lo que me pregunté cuando vi la noticia de que la prestigiosa e influyente revista TIME había elegido a Angela Merkel como la persona del año 2015. La canciller lleva en el cargo desde el 2005 y estarán ustedes de acuerdo en que lleva ya mucho tiempo ejerciendo un poder y liderazgo incontestable en Europa y el mundo. Lo cierto es que cabe darle la enhorabuena a Merkel y a la propia revista Time por no haber elegido a los otros dos candidatos que quedaron relegados a segundo y tercer puesto: Abu Bakr al Baghdadi, líder del Estado Islámico y Donald Trump, uno de los candidatos republicanos a la Casa Blanca. Salvando todas las distancias entre uno y otro, hubiese sido sorprendente que Time les dedicase su portada anual a tamaños personajes.

La revista americana elige desde el año 1927 a la persona, grupo, lugar o evento de mayor influencia cada año. Merkel es la cuarta mujer reconocida con este premio y la primera en los últimos 29 años. Sus predecesoras: la duquesa de Windsor Walis Simpson en 1936, la Reina Elizabeth II en 1952 y la presidenta de Filipinas Corazón Aquino en 1986. Pero los avances en materia de igualdad tienen sus matices más oscuros: cuando ellas recibieron este galardón su nombre era el de “Hombre del año” hasta que en 1999 se cambió al actual “Persona del año”. Sin embargo, desde entonces ninguna mujer lo había recibido hasta esta edición: ¡Los caminos de la paridad son insondables!

La directora de la publicación (también una mujer), Nancy Gibbs, avanzó las razones para este reconocimiento: la gestión de la crisis griega, la de los refugiados y su respuesta al Estado Islámico. A la canciller se le reconoce valentía para no elegir las vías más fáciles y, ante todo, su capacidad para dar respuestas; para “mojarse”.

La canciller siempre ha actuado de manera neutra, sin un ápice de coquetería, con un look espartano donde sólo sus chaquetas de colores la distinguen. Nunca ha destacado por su feminidad ni tampoco por su feminismo. Tanto es así que tardó tiempo en aceptar las recomendaciones de la Comisión Europea para imponer paridad en los consejos de administración de las empresas.

Y, sin embargo, tampoco lo tuvo fácil. Durante mucho tiempo los políticos alemanes la llamaron “la chica de Kholl” con un deje de displicencia que con el paso de los años ha desaparecido por completo. Pero aunque nunca ha resaltado su feminidad, Merkel es la líder política que ha marcado el paso de la Unión Europea en los últimos años. Y aunque ella no lo reivindique, es una mujer. Nunca sabremos si un hombre hubiese jugado ese determinante papel.

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