Opinión

Señoras de...

Ya saben ustedes cuánto les gusta a los americanos hacer ranking de todo. De las mejores series, de los mejores presidentes, de los más ricos, de los más poderosos. Como cada año la revista Forbes elabora el raking de las diez mujeres más influyentes de España.  El listado no lo voy a discutir, faltaría más: Ana Botín, presidenta del Banco de Santander;  la reina Letizia; Encarnación Roca Trías, vicepresidenta del Tribunal Constitucional; María Dolores Dancausa, presidenta de Bankinter; Paloma Escudero, directora de comunicación de Unicef; María Dolores de Cospedal, ministra de Defensa; Carme Ruscalleda, cocinera; Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados; Ángeles Sánchez, fiscal jefe del Tribunal Constitucional; Mar Raventós, presidenta del Grupo Codorníu. 
Sin duda son poderosas.  

Pero lo que me ha llamado profundamente la atención es encontrar en algún medio de comunicación sus fotos con comentarios que, francamente, parece que lo que pretenden es resaltar la actividad y poder de sus maridos más que el suyo. 

Por ejemplo de la señora Ana Botín se dice “Casada desde 1989 con Guillermo Morenés, tiene tres hijos: Felipe, Javier y Pablo”, de la presidenta de Bankinter: “Está casada con José Enrique García Romeu y Fleta, 20 años mayor que ella, su marido recibió en 2011 la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional por su defensa del orden en el intento del Golpe de Estado de 1981”, de la ministra de Defensa : “Desde 2009 está casada con Ignacio López del Hierro, con quien contrajo matrimonio en un cigarral toledano. El empresario sevillano es 20 años mayor que la ministra”. 

No sigo. Estos son los comentarios para identificar a las diez mujeres más poderosas e influyentes de España en un medio de tirada nacional.

Personalmente me he quedado atónita. Pretendía yo escribir esta columna dedicada a estas diez mujeres, que no dejan de ser una escueta selección de las miles que hoy en día influyen en todos los ámbitos de la vida. Pero al ver los comentarios aludidos he cambiado de opinión. Porque si lo que tenemos que decir de ellas -siendo las que más mandan- es que están casadas con fulano, que tienen x número de hijos y que sus maridos son magníficos, que se podrá decir de nosotras, las comunes mortales. 

Estoy muy orgullosa de mi oficio y defiendo el periodismo como instrumento fundamental en una democracia, por ello no me puedo quedar callada ante este tipo de comentarios que responden a los estereotipos más remotos en la historia de la desigualdad. ¿Cómo es posible que hoy, cuando desde todos los rincones del planeta se   proclama la igualdad entre sexos, se siga tratando a las mujeres como las “señoras de...”.
 

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