Opinión

DAR LA BATALLA

Hace un año fue una multitudinaria manifestación. Este, ha sido una cadena humana por la independencia. A los efectos que nos ocupan da lo mismo que la cifra de asistentes a esta última demostración de fuerza del independentismo catalán sea 1.600.000 ciudadanos como dice la Generalitat o 400.000 como proclama el Ministerio del Interior. El efecto, la foto, ya está conseguido. La pregunta que hay que hacerse es: ¿y ahora quÉ? Una pregunta que debe de ser contestada por los actores principales de este aquelarre nacionalista: Artur Mas y Mariano Rajoy.


Mas ha metido a su partido, al Gobierno de la Generalitat que preside y a la propia Cataluña en un camino de no retorno. Ya no cabe la marcha atrás. Toda su apuesta política es conseguir la celebración de un referéndum en el que sólo los ciudadanos catalanes puedan decir si quieren seguir o no dentro de España. Por muchos equilibrios que quiera hacer, ese compromiso lo va a tener que cumplir sí o sí, aunque ello conlleve saltarse la ley, dividir a la sociedad catalana como de hecho ya está haciendo, hundir electoralmente a CiU -las encuestas ya están diciendo que si ahora hubiera elecciones en Cataluña la primera fuerza política sería la Esquerra Republicana- y por supuesto, acabar de mala manera su carrera política.


Por otro lado está Rajoy. El presidente del Gobierno ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley y, por lo tanto, no puede permitir ni la celebración de un referéndum en una parte del territorio nacional a todas luces ilegal, ni cualquier otra iniciativa que suponga la ruptura de la unidad de España. El Gobierno tiene muchos instrumentos que le da el propio Estado de Derecho para enfrentarse a esta situación. Otra cosa es que quiera hacerlo o que le incomode tener que ser firme ante el conflicto político que generan situaciones como las que se están azuzando en Cataluña.


Pero además de hacer cumplir la ley, el Gobierno y el partido que lo apoya deberían empezar a tener un discurso político para hacer frente al nacionalismo secesionista que ahora se plantea en Cataluña y que en un futuro puede llegar también desde el País Vasco. Y es ahí donde falla Rajoy, su Gobierno y el PP. Dos botones de muestra de los últimos días: la víspera de la cadena independentista, el ministro de Exteriores, el lenguaraz García Margallo, no tuvo otra ocurrencia que decir que hay que buscar una fórmula para 'encajar' a Cataluña en España. En segundo lugar, el miércoles, la líder del PP en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, dijo que a consecuencia de la cadena humana, no tenía otro remedio que quedarse en su casa. Justo todo lo contrario de lo que había que hacer que no era otra cosa que estar en la calle. Ya se sabe que las únicas batallas que no se ganan son las que no se dan.

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