Opinión

TSUNAMI AZNAR

Que las declaraciones de José María Aznar, realizadas el pasado martes en Antena 3 no han dejado indiferentes a nadie, lo pone de manifiesto la catarata de reacciones habidas tanto dentro como fuera de su partido. Las de fuera -izquierda política y mediática, sindicatos- eran previsibles y no han aportado ninguna sorpresa. El interés o, si se prefiere, el morbo informativo, estaba en saber qué iba a decir el Gobierno y la actual dirección del PP, principales objetivos de las críticas hechas por Aznar.


Rajoy reaccionó en el más puro estilo de la casa. No quiso entrar a valorar lo que había dicho quien hace diez años le nombró sucesor, amparándose en que el nunca valoraba declaraciones de los ex-Presidentes del Gobierno. El problema es que Aznar había desvelado en la citada entrevista, que en los diecisiete meses que Rajoy lleva en la Moncloa, sólo habían tenido -recientemente puntualizó- una larga conversación, lo cual ya es de por sí enormemente llamativo esa falta de comunicación entre quien fuera presidente del Gobierno durante ocho años y quien lo es ahora, siendo ambos del mismo partido. Además, no es arriesgado colegir que Aznar se decidió a decir en público lo que en privado le había dicho a Rajoy, porque en esa larga conversación constataría que los puntos de acuerdo eran mínimos o inexistentes.


Las opiniones de Aznar siguen teniendo mucho predicamento en la base electoral del PP, que en los últimos meses había dado muestras de desconcierto y desafección hacia un Gobierno y hacia un presidente que han hecho cosas que no solamente les descolocaba, sino que no estaban en el programa electoral o que no han hecho las que estaban. Por ejemplo, subir los impuestos; por ejemplo, poner en libertad a un terrorista etarra como Josu Bolinaga, el secuestrador/torturador de Ortega Lara; por ejemplo, no decidirse a llevar adelante la reforma de la ley del aborto que aprobó Zapatero y que entre otras barbaridades permite abortar a niñas menores de 16 años sin permiso paterno.


Que a Rajoy las declaraciones de Aznar no solamente no le habrán gustado sino que le hacen daño, políticamente hablando, es una obviedad, fundamentalmente porque el ex -presidente del Gobierno tenía mucha razón cuando denunció, por ejemplo, la inacción, la languidez del Gobierno y su renuncia a aplicar el programa electoral con el que obtuvo hace año y medio una holgada mayoría absoluta. Otra cosa es saber hasta donde está dispuesto a llegar Aznar cuando dijo que el asumirá su responsabilidad con su conciencia, con su partido y con España. Sólo el tiempo, no mucho, despejará la duda que el propio Aznar quiso sembrar sobre su posible vuelta a un primer plano de la política. De momento, más de uno se ha puesto muy nervioso ante esa posibilidad.

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