Opinión

Aburrimiento y prosperidad

Ocurrió hace dos navidades. Fue en la copa que con tal ocasión ofreció el presidente del Gobierno. Estábamos un pequeño grupo de periodistas hablando con él y aunque soy incapaz de recordar el contexto de la conversación, sí recuerdo perfectamente que el presidente dijo textualmente "a lo que aspiro es a gobernar la prosperidad y el aburrimiento".

Hace dos años, la crisis estaba en su punto álgido y hoy, aun cuando quede camino por recorrer, nadie que no sea sectario o radicalmente injusto puede mantener que nada ha cambiado. Lo que se dice prosperidad, prosperidad aún no la tenemos, pero quizás llevada por el relax de unas muy cortas vacaciones, creo que España esta más cerca de ser un país próspero que de lo contrario.

El presidente Rajoy quería también gobernar el "aburrimiento", tipo Suecia o cualquier otro país democrático en donde, sin faltar acontecimientos propios de la vida, sus ciudadanos viven un permanente susto. España llegará a ser un país próspero, muy próspero, pero nunca será un país aburrido. Más bien creo que nunca dejará de ser un país tan maravilloso como agotador. Los calores infernales del mes de Julio no han traído ni una jornada tranquila. Cuando no es el escandalazo de la Púnica, son las iniciativas de Ada Colau que ahora ha anunciado, una vez retirado el busto del rey Juan Carlos sin ser sustituido por el actual Jefe del Estado, que va a ser la anfitriona de la ma- nifestación del 11 de setiembre.Para que no falte nada, ahora el famoso cementerio nuclear de Cuenca, está en peligro porque su construcción es un atentado al medio ambiente, o mejor dicho, a las grullas. Hasta el momento nadie se había acordado de la pobres grullas...

En un plis-plas, el PP ha solucionado su candidatura en Cataluña en la persona de Xabier Albiol que promete dar más titulares de lo que algunos piensan y Pedro Sánchez se ha quitado de en medio a Juan Segovia que tenía pretensio- nes de liderar el siempre complicado socialismo madrileño.

No cuento nada nuevo. Solo son pequeños retazos para comprobar lo lejos que estamos del aburrimiento. Tan lejos que el panorama llega a producir fatiga. No se sabe bien -yo no lo sé- donde poner el foco y por ello aprovecharé un par de días más para seguir oliendo a mar y a pinos en medio de un excepcional y necesario silencio. Quiero aburrirme un poco pero no lo consigo. El mar, su olor, su murmureo lo hacen imposible. 

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