Opinión

Caminando entre amigos

Deambulando. Viñedos.
photo_camera Viñedos abancalados como éste abundan por las laderas que se caen al Avia y al Miño en O Ribeiro.

Nunca paseo tan breve dio para tanto, al menos en lo que amigos al paso se entiende, esos que vas encontrando y con los que apetece unas palabras, que breve se ha de ser si no quieres que más que te huyan, te rehuyan. El charlatán, el "barallán", el "fala barato", aquel que te acosa a preguntas y sin esperar respuesta sigue soltando su rollo, han de ser evitados como veneno en Renacimiento so peligro de ser fagocitado. Creo que ahora no estamos en una era donde el barallán sea un peligro porque más ocupados por las distracciones de estos tiempos.

De este modo y reflexión, porque a alguien vi al que rehuir, me encontré con Luis Ogando y Luis Fernández, que no se pierden urbano paseo, jubilado el primero de la privada empresa y de la banca el segundo; de aquel, cuando habitual desde los tiempos del Club Santo Domingo no había domingo sin senderista salida, y de este, lo mismo. Aquellas marchas sirvieron para algo porque los paseantes son ahora legión. Hay que recordar el dicho hoy en boga, que si siguiéramos, mejor nos iría: coma la mitad, pasee el doble y ríase el triple. Estos amigos están en camino y siguen su diario paseo, cuando de más obligado reposo ala fuerza, Fernando, al que mucho ocupa su deportiva tienda del Bamio. Por A Rabaza y a través de Buenos Aires se va encontrando uno con Tomás de Novoa, compañero de trabajo, que de tan aficionado a la pesca, por él no dejaría río sin explorar, aunque se le haya mitigado la afición. Estando como de brevísimo parlamento pasa Modesto Álvarez, bajo cuyas más que órdenes, jefatura no ejerciente por su mesura en todo; sobrelleva muy bien su vida repartiendo sus ocios entre Ourense y Madrid, y como ya le pasó la edad de la ilusión del chalet, que ahora solo trabajos no recompensados por falta de uso y por ello escaso beneficio; por esto lo vendió y eso que no hizo cancha de tenis, no sé si piscina porque esas fases fueron como obligadas para el llamado hombre del chalet, cuando el idílico campo se convierte en un destierro y te aleja del ciudadano trajín y más servidumbres crea que beneficios procura, pero eso se va viendo con la experiencia y lo mucho que aisla el campo. Y el poeta Horacio, el más imitado  en el Renacimiento y Siglo de Oro, cantaba en el "Beatus Ille" las excelencias campestres de un riquísimo Alfio, usurero o banquero, retirado en su bucólica finca hasta que le entró la nostalgia de ir a cobrar a la Roma los frutos de sus dineros prestados en los Idus para recoger los intereses en las Calendas. Y el mismo poeta, quien añoraba el bullicio de la ciudad, retirado en su Sabina, esplendorosa finca y casona donada por su protector mecenas al que él llamaba "animae dimidium meae", la mitad de su alma, y tanto, que fallecido el protector, le acompañaría en la tumba meses después. De aquí lo de mecenazgo.


Por el Otero Pedrayo


Y fue nada más dejar a  Modesto para encontrarme con alguien que de tanta familiaridad conmigo no conseguía descifrar quién era, acaso por portar como lanar casquete para proteger su calvicie de los rigores. Me quedé con las ganas de saber quién era. Enfilando el Pompeo, esa espacio deportivo al oeste del Otero Pedrayo, obra de ese destacado docente del mismo nombre, quien en aquellos tiempos en que el deporte era mirado con menosprecio por aquellos ilustrados del siglo XIX como uno que decía que hago deporte yendo al entierro de los amigos que hacen deporte, Pompeo comprendía la importancia del deporte en la vida estudiantil. 

Saludo a Luis que panadero fue, oficio sin descanso de más ocupación que empresario de hostelería, que de renombre como motorista acrobático, y piloto de rallyes también, cuando yendo a la vera de O Posío, una brigada de jardineros de labores en esa remodelación emprendida, cuando aprovecho la luz verde y al paso casi no reconozco a una animosa Loly, que viene de la farmacia legada a los hijos por ella y Rosendo Santamaría, que ya casado y con hijos fue capaz de sacar adelante una oposición a docente, alternando con sus labores de farmacéutico. Rosendo fue de esos hombres que impronta dejaron más allá de su entorno y en el canto de sus excelencias más tiempo gastamos que el abrir y cerrar de semáforo.  Gente emprendedora estos Santamaría Poutás, de los cuales otro hermano Casiano, Chano, del que nunca pensé pudiese hacer viñedo de varias hectáreas en su heredado, e incrementado por sucesivas compras, bosque de O Ivedo, en pleno Ribeiro, que antes viñas fueron, y que debió talar y roturar, abancalar para plantar cepas de distintas variedades, y digo que nunca pensaría, porque acompañándole para unos permisos y subvenciones en Ribadavia, mi asombro fue que saliese en pocos años aquella vinícola producción que hizo de él, ingeniero en Citroën, Coren y Labauto, un experto vinatero, que nunca le daría por la comercialización de sus vinos si no por la venta a otras bodegas. Acaso ver brotar aquellas cepas y sus rebosantes racimos le compense o ese espíritu heredado de antepasados que el lomo se rompieron por aquellos viñedos. A veces se rodea uno de amigos a los que, por próximos, les negamos capacidades, tanto la familiaridad reduce o nuestra rácana visión empequeñece.

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