Opinión

Del Casablanca panadería-fábrica de gaseosas-cervecería

La floración otoñal dio paso a estas manzanas, duras, inmaduras y de reducido tamaño, que más en caer tardarán, carentes de la maduración adecuada.
photo_camera La floración otoñal dio paso a estas manzanas, duras, inmaduras y de reducido tamaño, que más en caer tardarán, carentes de la maduración adecuada.

Chitina Dacal es esa emprendedora, como ahora en boga, que teniéndolo encarrilado como veterinaria quería explorar otros campos del empresarial mundillo de la hostelería. Así la vemos que restauraría una casi desvencijada casa familiar, allá donde comienza la calle Marcelo Macías, límite con A Valenzá, para convertirla en cervecería, no al uso de eso que se llama gastro-bar si no fabricando su propia cerveza, aprovechando la planta que fue panadería de la señora Elisa donde íbamos a ver como amasaba un pan que a diario aún caliente comprábamos. La dicha panadera después de hacer escuela se murió y heredaría sus artes su nuera Remedios, que se establecería en la calle del Villar con ricos panes que distribuían sus hijos Paco y Luis, antes fogueados en los hornos de la abuela. Esta panadería, revertida en fábrica de gaseosas después, con el nombre de Casablanca, acaso tomado de un afamado bar calle abajo, que celebrado salón de fiestas en su día; el nombre que todavía Chitina conserva, ahora con su nuevo negocio de fabricación y expedición de cervezas. A su padre, amigo de la infancia y estimado por todos en la barriada le conocíamos por el Juan das Gaseosas, lo mismo que a su menos integrado hermano José; Olympio, el mayor, poseía camioneta para el reparto de gaseosas y de alquiler para quien lo solicitase, como nosotros cuando íbamos hasta las tierras de Rabal, allá por donde el Arnoia discurre donde Paquiño da Abelleira, en la misma Armada, como al amparo de aquella capilla, tenía preparados  tojos para ser cargados, y se cuidaba de poner una cubierta de paja para acomodarnos a dos o tres hermanos encima de la altísima carga que penduleando por las curvas de As Escorregas (Barbadás) se llegaba hasta las puertas de la ciudad, y nosotros de tanto cántico y jolgorio que inconscientes del potencial peligro, aunque la pericia de Olimpio y la nula circulación dejaban solo el peligro en potencial. Después se cavaba la viña y se nutría con estos tojos a modo de estiércol en una faena de quinquenal factura que se conocía por la cava. Chitina y su cerveza Casablanca me trajo estos recuerdos cuando de saludos a su padre, a su madre Conchita, a su hermana Cecilia y a su cuñado Alejo, que cirujano ejerciente en el CHUO se complace en tener a una hija entre las grandes promesas del golf, handicap-5, me dijo. Aunque no le aparte del oficio de sus hábiles manos, sí aumentará sus viajes por esos mundos.

Este barrio ahora invadido de muchos coches, que por más de la decena de millar se cuentan los que a diario circulan, y donde han pedido opinión a los vecinos sobre cómo urbanizar la calle, que poco arreglo tiene debido a su misma estrechez, porque si se aumentasen las aceras, lo que mucho humanizaría el panorama, tenían que sacar de uno de sus laterales a los coches aparcados. Me parece la mejor sugerencia si queremos aceras, aunque nos privemos del coche aparcado, y una calle humanizada y con cierta vida de la que carece, salvo cuatro bares en menos de 50 metros lineales, o cinco con otro que ocasionalmente abre y cierra, más otro que la persiana sube a voluntad…del amo y donde se trasiega el vino directamente de la cuba al consumidor con una especial parroquia de clientes; algún negocillo de ultramarinos va subsistiendo, también. De ampliarse las aceras veríamos florecer lo que hoy languidece. Tampoco vendrían mal un par de badenes para ralentizar a tanto desabrido que desaforado emboca la mal llamada avenida, que más de calle tiene.

Y como sigo por allí, recuerdan lo que escribí sobre la floración otoñal de un manzano en una de esas imperceptibles terrazas que desde Cabeza de Vaca van remansadas hasta el río de Pontón, que de tan raro fenómeno si merecía un comentario; pues bien, de aquellas flores salieron unos frutos: unas pequeñísimas manzanas que se quedaron en fase de subdesarrollo. Esto nos hace concluir que los frutales en óptimas condiciones podrían dar dos cosechas al año en lugar de una sola a la que este clima obliga. Y no solo de manzano, porque algún ciruelo floreció también y dio unos frutos como aceitunas, prietos y de intenso verdor.

Caprichos de la Naturaleza que se complace, a mi paso por el río de Pontón o Barbadás, Vilaescusa o dos Ponxos y aún dos Muíños al que tantos nombres podrían aplicarse, al ver a unas cuantas parejas de silvestres ánades reales o azulones con un albino incrustado que cohabita perfectamente porque los aves no ven en colores. Por si dudas hubiese de que no era un pato blanco de esos domesticados, salió volando con sus congéneres.

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