Opinión

Bajo la llovizna, y un documentado libro

Un paseo por los aledaños ciudadanos cuando me sorprendo de un enorme edificio que surge, ya terminado, de más de diez plantas y más de medio centenar de viviendas. Yo pensé que esto ya pertenecía al pasado, pero ahí está destacando en lo más alto del Polvorín, presto a ser vendido por pisos, claro, mirando al Barbaña.

Sigo de marcha y paso bajo las casas do Polvorín, llamadas baratas antes, donde el río Barbaña era conocido por A Sila, una gran poza que permitía que los más valientes se lanzasen de cabeza desde una roca, como de 10 metros de altura hoy embutida por la urbanización; y allí mismo, debajo, el camino embarrado del paseo Barbaña que fue denunciado un día antes y ya estaban recogiendo el barro en un camión y rellenado con sábrego y arena.

Más abajo una garza, por más que me asomo para fotografiarla, no emprende el vuelo; temerariamente se ha acostumbrado a la presencia humana, que si vamos a Salvaterra, en las fuentes del parque a la vera del Miño, hay unas cuantas que nunca saldrán volando asustadas por la gente con la que conviven, como si de domésticos pájaros. Algo así sucede con los conejos en los campos de golf, donde a salvo de cazadores, dejan que te acerques, o los mismos ánsares reales, que saldrían en bandada en cualquier embalse, y que aquí casi acaricias.

Más adelante, los estorninos, a pesar de la desnudez de los plátanos semi desprovistos de follaje en el Pabellón, siguen acuartelados para pasar la noche, solo que su rumor semiapagado por la llovizna.

Me voy a la presentación de un libro sobre el devenir de la extinta Caixaourense, que se titula precisamente así. Llego al Liceo y somos siete los asistentes; se retrasa el acto pero sigue aquello como estaba, sin registrar altas. ¿Dónde están tantos compañeros de aquellos años?, me pregunto. Ninguno de los más de seiscientos que tuvo la Caja. Aunque solo fuera por curiosidad y para hacer preguntas debiera estar alguno. ¿La presentación poco publicitada? No lo creo. Entonces, ¿por qué ese desinterés o ese no querer saber nada de una época aun reciente? Recuerdo que comentándole a cuatro colegas de aquellos tiempos que se había editado un documentado libro sobre el devenir de la Caja, ninguno pareció interesarse, como condenando con su indiferencia lo que no conocían. ¿O es que estamos avergonzados de aquel pasado?

Así nos encontramos que intervino en el debate quien menos ligado a ella, como suele en toda conferencia, charla u oral exposición, casi de más parlamento él que el tiempo empleado por el autor del libro. Me invadió la vergüenza ajena de este vacío, que no merece otro comentario.

He leído el libro y lo incontestable está reflejado en las actas, en los documentos. Se deduce que los incapaces nos gobiernan, los aprovechados, los salvadores. Unos equipos de ineptos, con contadas excepciones, a los que por dioses teníamos, han regido las Cajas, han acabado con ellas y han dejado de ochenta y tantas solo dos. Ahora, se dice también, que los culpables de la desaparición fueron la crisis del ladrillo, la presión bancaria, otros grupos de presión, una Xunta que estimulaba las fusiones, consejos de administración sin atisbos de profesionalidad alguna, que lo fueron más en la dictadura donde desde presidentes a algún director general procedían de un Movimiento Nacional controlador, más allá de las supervisiones del Banco de España o de la misma Confederación de Cajas. Todos los factores conjurados dieron como resultado esto: que Caixaourense  pareciera un mal sueño, a pesar del papel que jugó en las economías locales y aun en las extraprovinciales.

Merece la pena leer el libro sobre CaixaOurense para conocer aquellos tiempos y los personajes que giraron en torno a ella, desde la fundación en 1933 hasta su fusión con las Cajas de Vigo y Pontevedra dando como resultado Caixanova, cuando el siglo XXI estaba asomando, y felicitar Félix García, el autor, por su trabajo de tantas jornadas de tenaz investigación. Félix, licenciado en Historia Contemporánea, formó parte de la redacción de El País y ha publicado varios libros sobre O Barco de Valdeorras.

Una lectura obligada si se quiere conocer aquella época de los tejemanejes de la política ourensana en la Caja de Ahorros Provincial, que devino en CaixaOurense, y luego fusionada o absorbida, en Caixanova, y, finalmente, ya más diluida, en CaixanovaGalicia. Toda una peripecia, que quebrada, acabaría en una puja al mejor postor, Abanca.

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