Opinión

La Ría de Viveiro y el norte Británico

Ahora volcados como estamos más en la costa que en sus aguas, conviene recordar cuanto de sol asumimos cuando los especialistas en la piel o dermatólogos advierten que hemos de protegernos, sobre todo esos que tostados dan vueltas para uniformar su color.

En Australia, ante el incremento del cáncer de piel por un sol que

no cesa en casi todo el país hubieron de echar mano de los sombreros de ancha ala tipo vaquero, esos de las películas que los ataviaban como complemento indispensable para aguantar los rigores del oeste ya fuera en Texas, Arizona, Colorado o la misma California. Aun hay quienes presumen de aumentar su lunares solares que, cual cagarrutas, les salpican el rostro o la misma calva, si la tuvieren, desconociendo el peligro de tales lunares, efélides o precánceres de piel.

Por la costa se encuentra uno a personajes como un más que jubilado que con firme mano y equilibrio en escaleras se dedica a la creación y restauración de anuncios en blancas paredes de los estadios de fútbol, o en la costera montaña a Toñito con sus dos cabras; podría pensarse que él un singular, pero nada más lejos, viene con ellas para darse una vuelta diaria y sacudirse la rutina de sus labores en la huerta donde cultiva de todo para consumo en familiar frutería, de mucho éxito por ecológica. Me dice que las cabras lo entienden y lo acompañan monte arriba donde también suelo darme como de bruces con los bracos (perros) de Romano, popularísimo cuando atendía su bar de tapas, que ahora diario subidor al monte A Silvarosa, el cual construyó cabaña de troncos de eucalipto para guarecerse él o el que subiera, de alguna 

imprevista lluvia. La Silvarosa tuvo minería intensísima por la que bajaban en vagonetas por cable el mineral hasta el hoy restaurado y turístico Cargadoiro en la siniestra costa de la ría vivariense, una explotación de la minería de una compañía, The Vivero Iron Ore Co. Ltd., que también operaba en los hornos de a Pontenova, en la frontera galaico-astur. Hoy, la minería a cielo abierto como ésta, la encontramos en la península de Vares con unas sangrantes canteras que extraen el mineral de silicio, imprescindible para la fabricación de computadores y lo embarcan en grandes cargueros que semanal o bisemanalmente atracan en el puerto de CeleiroViveiro para exportarlo a la Europa comunitaria. Aquellas vagonetas aéreas de a Silvarosa, que vistosas resultaban, son sustituidas por grandes camiones volquete, que descargan intermitentemente en grandes escombreras en el dique de Celeiro.

Por acá suele recalar o fondear en la ría de Viveiro algún yate de magnate lo que siempre provoca expectación en el entorno. Los barcos pesqueros de faena al Gran Sole (que no Gran Sol si no Gran Pescado por la abundancia de ellos) suelen dar un rodeo para no presentar la popa al San Roque, porque se consideraría a menos y podría tener mal augurio; la costumbre se va perdiendo mientras el santo con ermita en monte circundante, elevado casi 400 metros y dominando la ría, aparece como protector y patrón de la ciudad, que lo es, refrendada en reales decretos como muy noble y leal y en cuyos protocolos notariales puedes encontrarte algo así, en un documento de compraventa donde aparece en la descripción del terreno o solar que se vende en la costa, lo siguiente: Limita al sur con herederos de tal; al este, con fulano; al oeste, con zutano…, y al norte, con las Islas Británicas, mar por medio.

Te puede interesar